El Gran Escape del Ratón. Érase una vez, en un agujero pequeño en la pared de una casa, vivía un ratón llamado Pablito. Pablito era un ratón muy curioso y aventurero. Le encantaba explorar y descubrir cosas nuevas.
Un día, mientras Pablito estaba buscando comida en la despensa, escuchó un ruido extraño. Era el sonido de la aspiradora. Pablito sabía que eso significaba que la dueña de la casa estaba limpiando y que él tenía que esconderse para no ser atrapado.
Pero Pablito no pudo evitar asomarse por el agujero de la pared para ver qué estaba sucediendo. Fue entonces cuando vio algo que lo dejó sin aliento: la puerta de la jaula de su amigo Ratoncito estaba abierta.
Ratoncito era un ratón viejo que había sido capturado por la dueña de la casa hace muchos años. Desde entonces, había estado viviendo en una jaula durmiendo en una vieja caja de zapatos.
Pablito sabía que tenía que ayudar a su amigo a escapar de la jaula. Pero ¿cómo podrían hacerlo? La puerta de la jaula estaba a más de un metro de altura y Pablito era demasiado pequeño para llegar a la cerradura.
Después de pensar en muchas soluciones, Pablito tuvo una idea. Recordó que había una bolsa de papel en la casa, una bolsa grande y resistente que la dueña de la casa usaba para guardar sus compras. Tal vez esa bolsa podría usarse para transportar a su amigo ratón.
Así que Pablito fue en busca de la bolsa. La encontró en la cocina, en una silla junto a la mesa. La tomó con sus patas y lentamente la arrastró hasta la habitación donde estaba la jaula de Ratoncito.
Con mucha habilidad, Pablito escaló por la bolsa hasta llegar al borde de la jaula. Ratoncito estaba muy contento de ver a su amigo. Él había estado esperando tanto tiempo para este gran día de escapar de la jaula.
Los dos amigos decidieron que la mejor manera de salir de la casa era abrir la ventana del segundo piso. Pero, ¿cómo podrían llegar hasta allí?
Pablito, que tenía una idea, corrió a la cocina y encontró una caja de cerillas. Las tomó con sus patas y las llevó de regreso a la habitación donde estaba la jaula.
Allí, Pablito usó las cerillas para abrir la cerradura de la jaula. Y antes de que lo supieran, los dos amigos estaban fuera de la jaula y corriendo a toda velocidad hacia el lugar donde la bolsa estaba esperando.
Pablito usó todo su esfuerzo para subir hasta la bolsa, después de varios intentos fallidos lo logró sin mucho trabajo. Mientras tanto, Ratoncito había escalado por las patas de la mesa para llegar a la bolsa.
Los dos amigos se metieron dentro de la bolsa y empezaron a moverse hacia la ventana. Sin embargo, la bolsa era tan pesada que no podían moverla.
Fue entonces cuando encontraron una solución ingeniosa. Usando todas sus fuerzas, se movieron de un lado de la bolsa al otro, haciendo que todo lo que había dentro de la bolsa golpeara el suelo haciendo ruido. La tacticia funcionó, la dueña de casa se asustó por el ruido que escuchó y abrió la ventana para ver qué estaba sucediendo.
Pablito y Ratoncito vieron la oportunidad y, con todas sus fuerzas, corrieron hacia la ventana abierta. Fueron rápidos, ágiles y valientes, y lograron llegar y salir de la casa.
Una vez fuera de la casa, los dos amigos corrieron y corrieron, sin saber qué camino tomar. Hasta que llegaron a un árbol en el patio trasero de la casa.
Allí, encontraron un agujero en el tronco del árbol lo suficientemente grande para que pudieran esconderse cómodamente.
Allí, Pablito y Ratoncito vivieron felices por muchos años. Se convirtieron en amigos inseparables y se mantuvieron siempre en alerta para evitar que alguien los atrapara de nuevo.
La aventura de Pablito y Ratoncito siempre se recordó como «El Gran Escape del Ratón». Fue el día en que dos amigos valientes se unieron para escapar de su vieja vida y comenzar una nueva en libertad.