El gran desfile de juguetes de Santa. Érase una vez un pequeño juguetero llamado Miguel que vivía en un pequeño pueblo en lo alto de una ladera en las montañas. Siempre había soñado con crear los juguetes más hermosos y especiales del mundo. Desde que tenía uso de razón, pasaba horas y horas en su pequeño taller, tallando madera y puliendo piezas de hierro.
Su sueño, sin embargo, parecía imposible de alcanzar. Siempre había trabajado solo, y nunca había tenido el dinero suficiente para comprar la materia prima necesaria para crear los juguetes de sus sueños. Pero un día, recibió una carta que cambiaría por completo su destino.
La carta venía del mismísimo Santa Claus, quien lo había elegido para participar en su gran desfile de juguetes de Navidad. Miguel no podía creerlo. ¡Por fin tendría la oportunidad de mostrarle al mundo todo lo que había creado!
Con el corazón palpitando de emoción, Miguel se puso manos a la obra. Todos los días trabajaba incansablemente en su taller, dando vida a los juguetes más increíbles que uno pudiera imaginar. Creó muñecas con vestidos de seda, caballos con crines de plata, y carros de madera pulida que parecían volar por el aire.
Finalmente, el día del desfile llegó. Miguel tomó su lugar en la fila de jugueteros, con el corazón latiendo tan fuerte que casi podía oírlo él mismo. Y entonces, el gran desfile comenzó.
Los juguetes de Miguel estaban en el centro de la fila, y fue como si se hubiera transportado a un mundo mágico. Los niños de todas partes corrían hacia ellos, riendo y aplaudiendo, mientras una banda de música tocaba en el fondo.
Miguel se sentía como si estuviera flotando en el aire. Por fin, había logrado crear los juguetes más hermosos y especiales del mundo, y el mundo estaba reconociendo su talento.
Pero entonces, algo extraño comenzó a suceder. A medida que el desfile avanzaba, los juguetes de Miguel parecían perder un poco de brillo con cada paso que daban. Las muñecas que habían sido tan hermosas y delicadas se veían ahora pálidas y sin vida. Los caballos, que antes habían parecido galopar con gracia, ahora parecían cansados y sin fuerzas.
Miguel estaba confundido y triste. ¿Cómo era posible que sus creaciones estuvieran perdiendo brillo a medida que avanzaban por la calle? Fue entonces que notó que, en el camino, habían ido recogiendo pequeños objetos y tierra, que ahora cubría las superficies brillantes de los juguetes.
Miguel se dio cuenta de que, aunque eran hermosos, sus juguetes no estaban hechos para la calle, sino para ser disfrutados en interiores, en un ambiente limpio y protegido. Y así, la lección final de su aprendizaje fue que cada cosa es hermosa a su manera y que es importante apreciar la belleza que nos rodea y ahorrar energía para las cosas en las que estamos dotados de talentos específicos.
A pesar de la decepción inicial por la pérdida de brillo en su obra de arte, Miguel decidió que debía continuar soñando, continuando trabajando y creando hermosos juguetes. Pero esta vez, trabajaría para una causa más noble y humana. Decidió buscar formas de llevar la alegría de sus juguetes a los corazones de los niños sin tener que exponerlos a la suciedad y al aire libre.
Así, decidió que su siguiente proyecto seria la creación de casas de juguete, que se podrían colocar en interiores, en hogares y salones de clases, permitiendo a los niños a usar y aprender sin dañar a las piezas acabadas. Estas casas de juguete podrían permitirle seguir trabajando en su pasión, creando cosas increíblemente hermosas y únicas, sin tener que sacrificar su arte en un entorno que no era adecuado para ella.
Con el tiempo, Miguel logró crear estas hermosas casas de juguete, que se convirtieron en un gran éxito entre los niños de todas partes. Ya no tenía que preocuparse por la suciedad y el polvo, ya que las casas eran perfectamente adecuadas para interiores y se podían limpiar fácilmente.
Gracias a la lección que aprendió en el gran desfile de juguetes de Santa Claus, Miguel logró encontrar la manera de llevar su pasión al mundo sin tener que sacrificar su arte. Y así, su nombre se convirtió en sinónimo de belleza y creatividad, y sus juguetes se convirtieron en leyendas. Con su ejemplo, enseñó a todos que nunca debemos dejar de soñar, pero que a veces debemos encontrar nuevas formas de alcanzar nuestros objetivos.