El gato de la bruja de Halloween

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El gato de la bruja de Halloween
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El gato de la bruja de Halloween. Érase una vez en un bosque encantado vivía una bruja llamada Morgana. Morgana era muy conocida por sus hechizos y conjuros, pero también por tener un gran corazón para los animales. La bruja tenía un gato negro llamado Simón, el cual era su fiel compañero en todas sus aventuras.

En vísperas de Halloween, la noche más terrorífica del año, Morgana y Simón se preparaban para recibir a los niños del pueblo, quienes siempre venían a pedirles dulces y a jugar a las adivinanzas y juegos de magia. Todo estaba listo, las calabazas con velas ya estaban encendidas y la sala estaba decorada con banderines y arañas de papel.

De repente, antes de que empezara la fiesta, Simón salió corriendo hacia el bosque. Morgana, muy preocupada, lo siguió hasta que lo encontró en una cueva escondida. El gato estaba parado frente a una extraña araña de cristal que brillaba en la oscuridad de la cueva.

– Simón, ¿qué estás haciendo aquí? -preguntó Morgana con voz preocupada.

– Mira, ¡qué hermosa araña! -exclamó el gato negro sin prestarle atención a las palabras de su ama. -Tiene unos ojos morados y brilla como una estrella en el cielo.

– ¡Cuidado, Simón! -gritó la bruja cuando vio que el gato se acercaba a la araña. Pero era demasiado tarde, Simón ya había tocado la araña mágica y, de repente, desapareció.

Morgana, desesperada por recuperar a su amado gato, pidió ayuda a los animales del bosque. El murciélago, el búho y la rana se unieron a la bruja para encontrar a Simón. Finalmente, después de mucho buscar, encontraron a Simón en otra cueva mágica del bosque, ¡pero algo había cambiado en él!

El gato se había convertido en un pequeño dragón negro con escamas brillantes y unas alas enormes. Morgana y los animales del bosque estaban impresionados por su nueva apariencia y no sabían qué hacer para devolverlo a su forma original. Entonces, decidieron ir a la gran biblioteca de la ciudad de magia.

Allí, consultaron con el sabio bibliotecario que les informó que la araña mágica era una joya rara que, en contacto con los seres vivos, los transformaba. Además, les dijo que para recuperar a Simón debían encontrar la fuente de agua pura que había en las montañas inexploradas.

Morgana y los animales del bosque iniciaron su camino hacia las montañas para encontrar la fuente. El viaje fue largo y lleno de desafíos, pero finalmente llegaron a su destino. Allí, encontraron la fuente y una pequeña hada que les habló de la magia de las flores que brotaban alrededor de ella. La bruja entendió que esa era la clave para recuperar a su amigo y empezó a recolectar las flores de colores vivos.

Una vez que tuvo suficientes, regresó a la cueva donde se encontraba Simón, el pequeño dragón negro. Morgana le mostró las flores y, sin pensarlo dos veces, se las comió todas. Entonces, de repente, empezó a cambiar de forma hasta volver a ser el gato negro de siempre.

– Simón, ¡eres tú de nuevo! -exclamó Morgana emocionada al ver a su amigo de nuevo.

– ¡Sí! -respondió el gato con un fuerte maullido-. Gracias, Morgana, por traerme de vuelta.

Morgana y Simón regresaron a la cueva de Halloween, donde los niños del pueblo ya los esperaban para festejar juntos. Todos vestían sus disfraces de Halloween y se divirtieron como nunca antes.

Desde ese día, Morgana y Simón supieron que cualquier aventura que tuvieran juntos, siempre encontrarían la forma de salir adelante. Y así fue, el gato de la bruja y la bruja más querida del bosque vivieron felices para siempre.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
El gato de la bruja de Halloween
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