El fantasma del viejo circo encantado por la magia. Érase una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas y bosques, un viejo circo encantado que había permanecido cerrado y abandonado durante muchos años. Nadie sabía quiénes habían sido sus dueños o por qué se había quedado vacío, pero todos decían que el lugar estaba maldito y que un fantasma lo habitaba.
Los niños del pueblo se reunían a menudo en el bosque para contar historias sobre el circo y el espectro que se decía que lo recorría en las noches oscuras con su risa escalofriante. Se decía que el fantasma hacía trucos impresionantes con la luz, que creaba ilusiones imposibles de ver y que, si no respetabas el lugar sagrado del circo, podía hacerte desaparecer sin dejar rastro.
Un día, un niño llamado Mateo decidió que quería ver al fantasma del viejo circo encantado. Se había sentido atraído por la magia y el misterio de la historia desde que era pequeño y sabía que toda leyenda tenía algo de verdad detrás. Así que, con la determinación en su corazón, tomó su bicicleta y se dirigió hacia el centro del bosque.
Al principio, Mateo estaba un poco asustado. No estaba acostumbrado a estar solo en el bosque, y mucho menos de noche. Pero sabía que no podía detenerse ahora, así que siguió adelante. Cuando llegó al claro del bosque donde se había levantado el viejo circo encantado, se quedó boquiabierto de la belleza del lugar.
Aunque los edificios estaban en ruinas y las telas de los toldos estaban rasgadas y sucias, todavía quedaba algo mágico en el aire. Las luces parpadeaban sin razón aparente, las cadenas de la carpa se movían al viento y el olor a algodón de azúcar y palomitas flotaba en el aire. Mateo sabía que el fantasma estaba cerca.
Decidió que no quería entrar sin permiso, así que se sentó en una de las gradas de hierro enfrente del escenario principal y esperó. No habían pasado ni diez minutos cuando escuchó un ruido extraño en la parte trasera del circo. Mateo sabía que era el fantasma.
Con el corazón latiendo más rápido de lo normal, se levantó y se dirigió hacia donde había escuchado el ruido. Cuando llegó a la parte trasera del escenario, se topó con una figura encapuchada que flotaba en el aire. Entonces, lo supo. Era el fantasma.
Al principio, Mateo estaba asustado, pero luego se dio cuenta de que el fantasma no tenía intenciones de asustarlo o lastimarlo. Era un ser amable, que había estado solo durante mucho tiempo y que solo quería compañía. Así que, Mateo decidió hacerse amigo del fantasma.
Los niños del pueblo no lo creerían si les contara, pero Mateo pasó muchas tardes con el fantasma en el viejo circo encantado. Enseñaba al fantasma cómo hacer trucos de magia, cómo se jugaba al trompo y a la rayuela, y, sobre todo, le hizo compañía en un lugar que nunca había conocido la amistad.
Con el tiempo, el fantasma comenzó a mostrar a Mateo cómo hacer trucos con la luz, cómo mover los objetos sin tocarlos, y cómo crear imágenes imposibles de ver. Juntos, descubrieron que el viejo circo encantado tenía más magia de lo que nadie podía imaginar.
Un día, Mateo decidió que era hora de presentar el circo encantado al resto del pueblo y mostrarles lo que había estado escondido en el bosque todo ese tiempo. Propuso llevar acabo una función en el viejo escenario y hacer que todos lo vieran. El fantasma, al principio, estaba un poco inseguro, pero Mateo lo convenció.
Los niños del pueblo quedaron impresionados. Nunca antes habían visto algo tan mágico e impresionante. El viejo circo encantado se había vuelto a encender y, esta vez, no había fantasmas malvados ni maldiciones ni trucos oscuros. Solo había luz y amor y amistad.
Y así, el viejo circo encantado pasó a ser un lugar de alegría y magia nuevamente. Los niños del pueblo se reunían allí para compartir historias y chismes, mientras que Mateo y el fantasma hacían trucos de magia y jugaban a la rayuela. Ya no había sombras oscuras o risas escalofriantes, solo luces brillantes y corazones cálidos.
Y aunque muchos años han pasado desde entonces, todavía se habla del viejo circo encantado. Una vez fue un lugar de misterio y magia peligrosos, pero gracias a la amistad de Mateo y el fantasma, se convirtió en un lugar de amor y luz y risas felices. Y aunque muchos años pasen en el futuro, el recuerdo del viejo circo encantado siempre estará vivo en las almas de aquellos que encontraron la magia allí.