El fantasma de la antigua mansión del científico loco. Érase una vez una antigua mansión abandonada en el centro de la ciudad. Muchos decían que había sido el hogar de un científico loco que inventaba cosas extrañas y peligrosas en su laboratorio secreto. Pero lo que pocos sabían es que, después de su muerte, el fantasma del científico todavía habitaba la mansión.
Muchos niños y niñas pasaban cerca de la mansión y podían oír extraños ruidos, como si algo se estuviera moviendo dentro. Algunos valientes incluso intentaban entrar en la mansión, pero siempre salían corriendo con miedo por lo que veían y oyeron allí.
Un día, un grupo de amigos decidieron explorar la mansión y averiguar de una vez por todas si el rumor del fantasma del científico loco era cierto. Se llamaban Luna, Max, Ari y Nico. Luna era la más valiente del grupo, mientras que Max era el más curioso. Ari tenía un conocimiento enciclopédico, y Nico era el más creativo.
Así que en una noche de luna llena, los amigos se dirigieron hacia la mansión. Su plan era explorar cada habitación y encontrar el laboratorio secreto del científico loco, donde se decía que experimentó con criaturas extrañas. Así que se adentraron en las ruinas observando cada habitación.
De pronto, oyeron pasos detrás de ellos. Se volvieron, pero no había nadie allí. De repente, las puertas empezaron a cerrarse y las imágenes que colgaban de las paredes caían al suelo. Los amigos empezaron a gritar, y corrieron hacia la sala de estar.
Allí, se encontraron con una extraña aparición que flotaba en el aire. Era el fantasma del científico loco, que les indicaba que debían salir inmediatamente. Los niños estaban aterrorizados, pero no querían salir sin antes haber visto el laboratorio secreto.
El fantasma, tras escuchar la curiosidad de los niños, decidió mostrarles el camino. Les guió hasta una puerta que había permanecido oculta durante muchos años. Al pasar por ella, los amigos llegaron a un lugar donde se encontraban animales raros y criaturas propias de películas de terror.
Asustados ante lo que veían, querían salir corriendo, pero el fantasma del científico loco les impidió el paso. Les explicó que había allí una importante misión: rescatar a una rana gigante que era la principal causa del misterio del laboratorio secreto.
Los amigos aceptaron la misión, y después de varios intentos, lograron rescatar a la rana gigante. Ésta quiso seguirlos, pero sólo pudieron tenerla por un rato, ya que era demasiado grande para habitar en un hogar.
Al salir de la mansión, el fantasma del científico loco se les apareció una vez más, esta vez un poco más amable. Los invitó a regresar para ocuparse de los experimentos aún pendientes, y los estudiantes aceptaron.
Al cabo de los días, regresaron y juntos pudieron reparar el laboratorio y encontrar solución a cada experimento que quedó sin culminar durante tantos años. Al terminar, el fantasma del científico loco les agradeció por su ayuda, y por la valentía de regresar a esa casa embrujada.
Desde entonces, la antigua mansión se convirtió en un lugar popular para visitantes de todas las edades. Los visitantes siempre comentan sobre los increíbles descubrimientos que Luna, Max, Ari y Nico lograron junto al fantasma del científico loco. Y así, la leyenda de la mansión embrujada se convirtió en un hermoso cuento de amigos intrépidos capaces de ayudar a quien más lo necesitaba.