El fantasma de la antigua estación de policía. Érase una vez en una pequeña ciudad llamada Villa Esperanza, una antigua estación de policía. Esta estación de policía había estado en la ciudad desde hace muchos años, pero se había abandonado debido a una serie de extrañas circunstancias que la gente aún no comprendía por completo.
Los habitantes de Villa Esperanza creían que la estación estaba embrujada por un fantasma que aparecía y desaparecía, y los niños contaban historias en las que el fantasma de la estación causaba problemas a la gente del pueblo.
Muchos años habían pasado y, aunque la estación de policía ya no estaba en uso, seguían habiendo muchos rumores acerca del fantasma que la habitaba. Los niños, sin embargo, estaban fascinados por la idea de un fantasma y solían hacer apuestas para ver quién se atrevía a adentrarse en la estación con el fin de descubrir si de verdad había algún fantasma.
Cierto día, un niño llamado Juan decidió que él sería el valiente que se adentraría en la misteriosa estación de policía. Juan era un niño muy curioso y le gustaba descubrir cosas nuevas, por lo que no dudó en entrar en la estación. Una vez dentro, empezó a explorar la estación abandonada, pero lo que Juan no sabía era que en la estación sí había un fantasma.
De repente, fue sorprendido por un extraño sonido que lo hizo saltar de miedo. Juan se puso a temblar y su corazón latía aceleradamente, pero no sabía si era porque algo de verdad estaba ahí o si sólo era su imaginación asustándolo.
Siguió caminando con cuidado cuando, de repente, apareció un anciano con una barba blanca y muy desaliñada. El anciano se llamaba Luis y Juan notó que parecía enfermo y muy asustado.
«¿Qué haces aquí, jovencito?» preguntó el anciano.
Juan estaba en shock y no pudo contestar. El anciano le dijo que era el último jefe de policía de Villa Esperanza y que se había quedado atrapado ahí desde que cerraron la estación.
Después de hablar con el anciano por un tiempo, Juan decidió ayudarlo a escapar de la vieja estación y a buscar ayuda. Comenzaron a caminar juntos, llevando al anciano enfermo a casa de los padres de Juan.
Al día siguiente, Juan fue al médico y se enteró de que el anciano había estado atrapado ahí en la estación por varios días y que necesitaba atención médica urgente.
Después de que el anciano se recuperara, contó su historia a la gente de Villa Esperanza. Explicó que, después de que cerraron la estación, decidió quedarse ahí por unos días para recoger sus cosas, pero algo extraño y aterrador lo había atrapado ahí dentro por todo este tiempo.
Desde entonces, Luis y Juan se convirtieron en amigos y la ciudad de Villa Esperanza volvió a abrir la estación de policía para honrar la memoria del antiguo jefe de policía.
De esa manera, la Leyenda del Fantasma se disipó y ya no hubo más historias de miedo. Ahora, la gente recordaría a Luis como el valiente jefe de policía que se quedó atrapado en la estación, pero que tuvo a un joven amigo, Juan, que lo rescató.
La villa de Esperanza recuperó su tranquilidad, aunque la estación de policía ya no era como antes, bien iluminada, el fantasma jamás se olvidaría.


