El enigma del fantasma del castillo de hielo. Érase una vez, en un lejano reino, un castillo de hielo que habitaba un misterioso fantasma. Los habitantes del reino lo llamaban “El enigma del castillo de hielo” porque nadie había logrado descubrir quién era ni qué hacía allí.
Un día, un grupo de valientes amigos formado por Ana, Pedro y Martín decidieron explorar el castillo. Pero al intentar entrar, se encontraron con una puerta cerrada que parecía imposible de abrir. Sin embargo, uno de ellos se acercó a la cerradura y, con un sorprendente truco de magia, logró abrir la puerta.
Al entrar en el castillo, los amigos se dieron cuenta de que estaba todo cubierto de hielo y de nieve. Las paredes, el suelo, los muebles… todo parecía estar hecho de hielo. De repente, se oyó una extraña risa que parecía venir de lo alto de una de las torres del castillo.
Los amigos decidieron subir por las escaleras que los llevaron a lo alto de la torre, donde se encontraron con una habitación vacía. Pero mientras la exploraban, de repente, se escuchó otra risa. Esta vez, venía del otro lado de la habitación.
Al mover una pila de libros que yacían en un rincón, descubrieron una puerta secreta que conducía a un pasadizo del castillo. Con miedo, los amigos decidieron seguir adelante.
Al caminar por el pasadizo, encontraron una sala con una mesa grande que parecía de cristal y una extraña figura cubierta de nieve. Los amigos se acercaron a la figura, y descubrieron que era el enigma del castillo, el famoso fantasma.
El enigma del castillo era un hombre mayor de barba blanca, vestido con un abrigo de piel y un sombrero negro. Cuando los amigos le preguntaron quién era, el hombre les respondió que era el dueño del castillo, pero que una vez, hace muchos años, había cometido un grave error que lo había llevado a perder todo lo que tenía.
Desde entonces, se había escondido en el castillo de hielo y había creado el rumor de que era un fantasma para evitar que la gente lo descubriera. Pero los amigos no tenían miedo del enigma del castillo de hielo e intentaron ayudarlo.
Le preguntaron qué error había cometido, y el enigma les explicó que había utilizado mal su talento y su fortuna. Hacía años, había sido un famoso mago que había ganado mucho dinero en sus espectáculos, pero había comenzado a ser ambicioso y avaricioso. Había olvidado la importancia de su arte y había comenzado a jugar con la magia de una manera peligrosa.
Los amigos decidieron ayudar al enigma y lo acompañaron al centro del castillo, donde había una gran bola de cristal. El enigma les explicó que esa era la bola de cristal en la que solía realizar sus trucos de magia, pero que ahora estaba maldita.
La bola de cristal estaba cubierta de hielo y, al tocarla, se sentía un escalofrío. Los amigos se dieron cuenta de que, si querían ayudar al enigma, debían encontrar la manera de romper la maldición.
Después de pensar un rato, Ana tuvo una idea. Pensó en un hechizo de protección que había aprendido de su abuela, y les dijo a sus amigos que debían unir sus fuerzas y recitar la fórmula juntos.
Los amigos se colocaron alrededor de la bola de cristal y, con fuerza, recitaron el hechizo de Ana. Al hacerlo, la bola de cristal comenzó a temblar, y finalmente, se rompió en mil pedazos. El hielo y la nieve se derritieron, y el castillo volvió a la vida.
El enigma del castillo de hielo no podía creer lo que estaba sucediendo. Les agradeció a los amigos por haberlo ayudado y, con una sonrisa, les concedió un deseo.
Pedro y Martín deseaban volver a casa para ir a la escuela al día siguiente, mientras que Ana solo quería que el enigma del castillo de hielo encontrara la felicidad. El enigma les agradeció de nuevo, y decidió dejar el castillo para comenzar una nueva vida.
Los amigos se despidieron del enigma, y volvieron a casa contentos de haber ayudado a alguien que estaba en problemas. La magia había sido necesaria, pero también lo había sido el valor y la amistad. Desde entonces, siempre recordaron su aventura en el castillo de hielo como una de las más emocionantes de sus vidas.
