El Dragón y la Aventura en la Ciudad de los Vientos. Había una vez un dragón llamado Roco que vivía en una cueva en la montaña. Él era un dragón diferente al resto, ya que en lugar de atacar a los pueblos cercanos, él solo quería explorar y descubrir nuevos lugares.
Pero cada vez que intentaba volar para cumplir su sueño, los habitantes de los pueblos se asustaban y corrían a refugiarse. Esto hacía que a Roco le pesara el corazón, ya que no quería hacerles daño, solo quería ser libre.
Un día, mientras Roco se encontraba volando cerca del mar, divisó un barco que navegaba rumbo a un lugar desconocido para él. Decidió seguir al barco y finalmente después de varios días de vuelo, llegó a una isla desierta.
Roco se emocionó al ver que había encontrado un lugar en el cual no asustaría a nadie y podría explorar todo lo que quisiera. Decidió establecer su hogar allí y empezó a recorrer la isla para conocerla más a fondo.
Después de varios días de exploración, descubrió una montaña que sobresalía por encima del resto. Se acercó y vio que en la cima había un lugar que llamó su atención. Parecía un lugar mágico y con mucha energía.
Roco no sabía lo que era, pero sentía una fuerza irresistible que lo atraía y lo hacía querer subir. Así que, sin pensarlo dos veces, empezó a subir por la empinada montaña.
Cuando Roco llegó a la cima, se encontró con una sorpresa muy especial. ¡Había otro dragón allí! Era más pequeño que él, de color verde y muy amistoso.
El dragón le explicó que se llamaba Riqui y que había llegado a la isla hacía poco. También le dijo que el lugar donde se encontraban era mágico y que solo los dragones más valientes y aventureros podían llegar allí.
Roco se sintió muy contento al conocer al otro dragón, ya que nunca antes había tenido un amigo de su misma especie. Riqui era un poco tímido, pero muy inteligente y había descubierto muchas cosas interesantes en la isla.
Juntos empezaron a explorar el lugar y así descubrieron que había un lago de agua cristalina en el cual podían bañarse y jugar sin que nadie los molestara.
También encontraron árboles enormes que estaban llenos de frutas diferentes y muy ricas. Los dos dragones se pusieron a comer y, después de mucho rato, se cansaron y se dieron cuenta que ya era hora de irse a dormir.
Así que, bajaron de la montaña y regresaron a la cueva de Roco, donde prepararon sus camas para dormir. Antes de dormirse, Riqui le preguntó a Roco si quería irse de la isla y explorar otros lugares. Roco sabía que sería peligroso para ellos, pero su corazón aventurero le decía que tenía que intentarlo.
Así que, al día siguiente, los dos amigos se prepararon para partir en busca de nuevas aventuras. Roco tomó impulso y comenzó a volar hacia el horizonte, mientras Riqui lo seguía con entusiasmo.
Juntos volaron por montañas, llanuras y ríos, descubriendo nuevas maravillas que los dejaban maravillados. Sin embargo, también tuvieron que luchar contra peligros inesperados, como tormentas eléctricas y otros dragones que no eran tan amistosos.
A pesar de los inconvenientes y de los peligros, Roco y Riqui no se detuvieron en su búsqueda y continuaron explorando y descubriendo cosas nuevas.
Así pasaron muchos días y noches, hasta que un día, mientras volaban en una llanura, se dieron cuenta que se habían alejado mucho de su isla y no estaban seguros de saber cómo volver.
Fue entonces cuando Roco se dio cuenta de que había encontrado algo más valioso que cualquier tesoro: un amigo que lo acompañaría en todas sus aventuras.
Riqui le sonrió y le dijo que nunca lo dejaría solo, y juntos volaron hacia el horizonte, emocionados de descubrir lo que el destino les tenía preparado. Así es, juntos exploraron la magia del mundo y forjaron una amistad inquebrantable para toda la vida.
