El Dragón y la Aventura en el Mundo de los Espejos. Había una vez un dragón llamado Draco, quien vivía en una cueva en lo alto de una montaña. Durante años, Draco había explorado cada rincón de su montaña, pero en uno de sus viajes, encontró algo que nunca había visto antes: un espejo. Parecía ordinario al principio, pero mientras se acercaba, se dio cuenta de que era diferente a cualquier espejo que había visto antes. Miró en el espejo y vio una imagen propia, pero estaba temblando y retorcida de una manera extraña que lo dejó desconcertado.
Draco pensó que era simplemente una ilusión, un espejismo causado por estar demasiado cerca del objeto. Pero cuando se alejó, la imagen se volvió más clara. Estaba seguro de que algo extraño estaba sucediendo, así que movió una pata delantera hacia el espejo, esperando tocar la imagen que veía en el reflejo. De repente, el espejo se resquebrajó como si fuera de cristal y una ráfaga de aire sopló de su interior.
Draco, temeroso de lo que acababa de suceder, corrió hacia su cueva. Pero su mente no podía alejarse de la extraña experiencia. A la mañana siguiente, volvió al espejo, esta vez con un enfoque más curioso. La imagen en el espejo parecía más clara ahora, y se dio cuenta de que lo que había visto la noche anterior era solo la superficie. Había algo detrás del cristal, y Draco estaba decidido a descubrirlo.
Mientras exploraba el extraño espejo, notó que había un aura mágica en él. La luz del sol se reflejaba en el cristal de una manera extraña, y parecía que estaba emanando luz propia. La curiosidad de Draco estaba llegando a su punto máximo, y su instinto de explorador le estaba gritando que salte y descubra lo que estaba pasando detrás de ese cristal.
Finalmente, su curiosidad se volvió insostenible y Draco saltó a través de él. En ese momento, los rayos de luz que había emanado el espejo lo envolvieron en un brillo deslumbrante. De repente, todo a su alrededor cambió, y se vio en un mundo que nunca había visto antes.
Era un lugar extraño, lleno de reflejos y brillantes luces deslumbrantes. Se dio cuenta de que estaba en el mundo de los espejos, y experimentó un sentimiento de excitación y miedo. Mientras recorría el entorno, se dio cuenta de que su imagen se reflejaba constantemente en las grandes paredes de espejos que lo rodeaban.
En este mundo, todo lo que Draco imaginaba o soñaba, se hacía realidad en frente de sus ojos. Así, en un abrir y cerrar de ojos, un bosque apareció ante él. Detrás del bosque, un castillo enorme de cristal apareció. Pero Draco no podía tocar ni realmente interactuar con ninguno de estos objetos, ya que todo era solo una ilusión creada por el poder del mundo de los espejos.
Además, Draco pronto descubrió que no estaba solo. Había otros seres mágicos que habitaban en este mundo, pero ninguno de ellos parecía dispuesto a interactuar con él. Draco se sentía más solitario que nunca. Pero pronto reconoció que había una forma de salir de este mundo: debía encontrar el camino de vuelta a través del mismo espejo por donde entró.
Draco pasó horas vagando por el mundo de los espejos, tratando de encontrar ese espejo especial. De repente, lo encontró, colocado en el centro de una sala enorme, y corrió hacia él. Miró hacia atrás en el interior del mundo de los espejos y se dio cuenta de que no quería dejarlo para siempre, ya que había descubierto que sus sueños y deseos más profundos podían hacerse realidad allí. Pero sabía que debía elegir, ya que no podría quedarse allí para siempre.
Finalmente, Draco saltó a través del cristal y volvió al otro lado. Encontró su camino de regreso a su cueva, aliviado de haber huido del mundo de los espejos. Parecía que nada había cambiado en la cueva, pero el deseo oculto de volver al mundo de los espejos estaba siempre presente en su mente.
Desde entonces, Draco pasó gran parte de su tiempo pensando en el mundo de los espejos. Recordaba claramente la sensación de felicidad cuando estaba allí, aunque sentía que estaba en un camino peligroso. Pero sabía que era el dueño de su destino, y que podía volver al mundo de los espejos cada vez que quisiera.
La experiencia que Draco tuvo en el mundo de los espejos cambió su vida para siempre. Y ya no pudo resistirse de mirar en el espejo regularmente, donde a veces podía ver su propia imagen, pero a veces encontró puerta trasera al de los espejos. Nunca sabría adónde lo transportarían esos espejos la próxima vez que entrara en uno.