El Dragón y el Laberinto de las Ilusiones

Tiempo de lectura: 4 minutos

El Dragón y el Laberinto de las Ilusiones
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El Dragón y el Laberinto de las Ilusiones. En lo profundo del bosque, donde habitaba el solitario dragón, el tiempo pasaba lento y la monotonía se apoderaba de él. Siempre soñando con aventuras emocionantes, ansiaba salir de su rutina y explorar el mundo fuera de su hogar. Un día, mientras volaba por los cielos, algo llamó su atención en lo lejos: un enorme laberinto mágico compuesto de diferentes ilusiones. Intrigado por lo que pudiera encontrar adentro, se decidió a entrar sin pensarlo dos veces.

Dentro del laberinto mágico, todo parecía irreal y los caminos se multiplicaban ante sus ojos, haciéndolo sentir desorientado y confundido. Había obstáculos que desafiaban su habilidad y trampas que ponían en riesgo su seguridad, pero el dragón no se detenía, decidido a encontrar la salida del laberinto.

Al avanzar, descubrió maravillas y sorpresas que nunca antes había imaginado. Había cumbres nevadas con arboles de cristal, cascadas de colores con agua que fluía al revés, y flores que brillaban en la oscuridad como luciérnagas. Cada vez que el dragón creía haber resuelto el puzzle, se encontraba con un nuevo reto aún más difícil y mágico que el anterior.

A medida que avanzaba en su travesía, el dragón se dio cuenta de que estaba solo. Sin embargo, esta transición no lo hizo vacilar en su objetivo de encontrar la salida. Él quería descubrir cuál era el secreto detrás del laberinto mágico y cómo era posible que existiera algo así en el bosque.

Después de recorrer el laberinto durante días, el dragón comenzó a dudar si alguna vez encontraría la salida. Pero entonces, en lo alto de una montaña, vio una luz que brillaba intensamente. Con esperanza, voló hacia allí y descubrió algo que nunca se habría imaginado: una puerta verde oscuro con un extraño símbolo grabado en ella. El dragón entendió que esta era la salida del laberinto, y sintió una gran felicidad.

De repente, algo que no se esperaba ocurrió. Detrás de la puerta, encontró que había un hermoso jardín lleno de vida y luz. La brisa rica y el calor le tendieron los brazos. El sol brillaba de manera vibrante, rayos coloreados y cristalinos flotan en los aires; los pájaros cantaban melodías que movían las hojas de los árboles a la vez. El dragon se dio cuenta de que su travesía no había sido solo una simple búsqueda de la salida, sino una aventura que lo había llevado a descubrir la belleza en las cosas simples y a encontrar en la soledad, la amistad mas valiosa, la autosuficiencia.

Completamente asombrado por su descubrimiento, el dragón decidió quedarse en el jardín y hacer de él su hogar. A partir de ese momento, ya no era un solitario dragón sino un ser libre, que decidió seguir explorando y aprendiendo de todo lo que lo rodeaba en ese maravilloso mundo.

Y así, en lo profundo del bosque, el dragón vivía feliz en su jardín mágico. Ya no ansiaba aventuras emocionantes, pues sabía que la vida misma era una aventura y que cada día en su hogar era un regalo. Su hogar, que llamó «jardín mágico» porque era un lugar tan especial y único, lo llenaba de alegría y lo hacía sentir en casa. Tal era el caso que cuando se sentía triste o melancólico, volaba alto para ver los reflejos del jardín mágico y le recordaba todo lo que había descubierto en el laberinto. Y siempre, al final de su vuelo, se encontraba en el umbral de su jardín enmarcado por el laberinto mágico del que alguna vez formó parte.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
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