El Dragón y el Encuentro de los Elementales

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El Dragón y el Encuentro de los Elementales
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El Dragón y el Encuentro de los Elementales. Había una vez un dragón llamado Aflamencio, que vivía en lo alto de una montaña. Aflamencio era un ser solitario que prefería la compañía de su propio fuego al de cualquier otro. Sus días pasaban en la soledad de su cueva, donde vigilaba su tesoro y se deleitaba con el calor de sus llamas.

Un día, mientras volaba por los cielos, Aflamencio se topó con algo increíble: un grupo de seres mágicos que parecían estar organizando un encuentro. Habían unicornios, hadas, duendes y todos parecían estar muy contentos de estar ahí. Aflamencio, sorprendido por la escena, decidió acercarse.

Cuando llegó al lugar, se sintió un poco fuera de lugar. Él no era un ser mágico, era un dragón, un temible monstruo que todos temían. Sin embargo, los seres mágicos no parecían tenerle miedo. Al contrario, lo saludaron con alegría y lo invitaron a unirse a ellos.

Aflamencio, algo desconcertado por la situación, decidió aceptar la invitación. Poco a poco, fue descubriendo que aquellos seres mágicos no eran tan diferentes a él. Todos tenían sus peculiaridades y habilidades únicas, pero todos compartían un profundo amor por la vida.

Fue entonces cuando ocurrió algo aún más increíble. Aflamencio descubrió que tenía la habilidad de hablar el idioma de los seres mágicos. Podía entender lo que decían y ellos podían entenderlo a él. Esto hizo que su interacción con ellos fuera aún más fácil y fluida.

Aflamencio se dio cuenta de que había encontrado una nueva familia. Aunque seguía siendo un dragón solitario, había encontrado un grupo de amigos con los que disfrutar de la vida y compartir experiencias.

El encuentro fue un gran éxito. Los seres mágicos bailaron y cantaron durante toda la noche, celebrando la amistad y la unión. Incluso Aflamencio se unió a ellos, moviendo sus alas al ritmo de la música y escupiendo fuego al cielo como un efecto especial.

A la mañana siguiente, cuando todos se despertaron con el sol, Aflamencio se dio cuenta de que había una tristeza en el aire. Los seres mágicos se estaban preparando para volver a sus hogares y todos parecían lamentar tener que separarse.

Fue entonces cuando Aflamencio tuvo una brillante idea. Él no quería despedirse de sus nuevos amigos, así que decidió invitárlos a pasar unos días en su cueva. «¡Será una fiesta del fuego!» -anunció con entusiasmo.

Y así, los seres mágicos se unieron a Aflamencio en su cueva. Durante días, la cueva se llenó de alegría, risas, música y magia. Aflamencio compartió su tesoro con ellos, les enseñó a escupir fuego (después de todo, era un experto en eso) y les mostró su cueva secreta, donde guardaba una colección de estrellas.

Los días pasaron volando. Cuando llegó el momento de despedirse, todos se abrazaron con fuerza. Aflamencio, que antes había sido un dragón solitario, ahora tenía un corazón lleno de amistad y un gran amor por la vida.

Aflamencio se despidió de sus amigos con la tristeza de quien despide a alguien a quien quiere mucho. «¡Hasta la próxima vez!» -les gritó mientras desaparecían en el horizonte.

Pero la próxima vez llegaría pronto. Desde entonces, Aflamencio se encontraba con sus amigos seres mágicos cada vez que volaba por los cielos. Ya no era un dragón solitario, sino un dragón feliz que había encontrado su lugar en el mundo.

Y así fue como la historia de Aflamencio se convirtió en leyenda en el mundo de los seres mágicos. Su nombre se repetía dos veces en cada reunión: primero, para recordar su generosidad al invitarlos a su cueva; segundo, para celebrar su amistad y su amor por la vida.

Y así, con esta historia llena de magia y amistad, Aflamencio pasó a ser parte de la mitología de los seres mágicos de aquel hermoso lugar.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
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