El Dragón de los Cuentos y la Biblioteca Mágica

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El Dragón de los Cuentos y la Biblioteca Mágica
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El Dragón de los Cuentos y la Biblioteca Mágica. Había una vez un dragón llamado Enzo, que vivía en lo alto de una montaña, en una cueva que le servía de hogar. Enzo era un dragón muy grande y majestuoso, con escamas de color verde oscuro y grandes alas que le permitían volar por los cielos con facilidad. Pero a pesar de su imponente tamaño y su temible aspecto, Enzo tenía un gran secreto: le encantaban los cuentos.

Desde pequeño, Enzo había aprendido a leer y había pasado horas y horas leyendo todos los libros que encontraba en su camino. Le encantaba sumergirse en las historias de aventuras, magia y dragones valientes. Pero no se conformaba con leer las historias que otros habían escrito, también inventaba sus propias historias, llenándolas de personajes fascinantes y lugares sorprendentes que solo una mente creativa como la suya podía imaginar.

Cada noche, después de un largo día de volar por los cielos y cazar su comida, Enzo se retiraba a su cueva y se dedicaba a escribir sus cuentos. Usaba grandes hojas de papel que había encontrado en su exploraciones y una pluma de ave que le había regalado una lechuza amistosa que había conocido en el bosque.

Sus cuentos eran maravillosos, llenos de detalles y aventuras épicas que hacían que sus escamas se erizaran del entusiasmo. Enzo se imaginaba a sí mismo como el héroe de estas historias, derrotando dragones malvados y salvando al mundo de peligros oscuros.

Pero a pesar de lo mucho que le gustaba escribir, Enzo no compartía sus cuentos con nadie. Tenía miedo de que se burlaran de él o de que no le entendieran. Así que guardaba sus historias en un lugar secreto de la cueva, donde solo él podía encontrarlas.

Un día, mientras sobrevolaba el bosque, Enzo vio a una niña pequeña que caminaba sola por el sendero del bosque. Ella se detuvo a mirarlo con los ojos muy abiertos, maravillada por la vista de un dragón volando por los cielos. Enzo se acercó a ella con curiosidad, pero enseguida se dio cuenta de que ella estaba perdida.

La niña se llamaba Ana y se había separado de su familia durante una caminata en el bosque. Enzo decidió ayudarla y la llevó en su espalda hasta el lugar donde su familia estaba esperando ansiosamente a que ella regresara. Ana estaba tan emocionada que no podía dejar de hablar de su experiencia con el dragón, y su familia se sorprendió al escuchar la historia. Nunca antes habían oído hablar de un dragón amable que ayudara a los humanos.

Desde ese día, Enzo y Ana se convirtieron en amigos cercanos. Ana visitaba al dragón en su cueva, donde él le mostraba sus cuentos y le leía historias que había escrito. Ana se sentaba a su lado, emocionada por las aventuras que Enzo había imaginado.

Y así, poco a poco, Enzo empezó a compartir sus cuentos con más personas. Descubrió que no había razón para tener miedo de compartir sus historias con los demás, ya que muchos de ellos las apreciaban y se divertían con ellas. Enzo se dio cuenta de que ahora tenía un propósito más grande que solo escribir para sí mismo. Quería compartir sus historias con todo aquel que quisiera escucharlas.

Pronto, Enzo se convirtió en un dragón muy popular en todas las ciudades y pueblos cercanos. La gente lo buscaba para pedirle consejos y para escuchar sus historias. Los niños lo admiraban por su valentía y lo veían como un héroe de cuentos de hadas.

Enzo seguía escribiendo y leyendo sus cuentos por la noche, pero ahora lo hacía con una sonrisa en su rostro, sabiendo que sus historias eran apreciadas por su comunidad de amigos. Y Ana era su admiradora más grande, siempre emocionada por descubrir qué aventuras había imaginado su amigo la noche anterior.

En un momento dado, Ana le pidió a Enzo que le contara la historia más grande que hubiera escrito, una historia que pudiera entretener a toda la ciudad. Enzo aceptó el desafío y escribió una historia épica que duró tres noches de lectura en la plaza central de la ciudad. Miles de personas vinieron de todas partes para escucharla, maravilladas por la imaginación y creatividad del dragón escritor.

La historia terminó con un gran aplauso y una ovación para Enzo. La gente no podía creer la capacidad del dragón para crear cuentos tan fascinantes y llenos de emoción. Enzo se sentía feliz y completo, sabiendo que su pasión por los cuentos había llevado a tanta felicidad en la gente que lo rodeaba.

A partir de ese momento, Enzo se dedicó a compartir sus historias y a fomentar la creatividad en los demás. Organizaba talleres de escritura en la plaza de la ciudad, donde enseñaba las herramientas de la escritura a los niños y adultos que quisieran experimentar con sus propias historias.

Y así, Enzo se convirtió en un dragón escritor y maestro de la creatividad, un ser mágico que había encontrado su propósito en la vida gracias a sus amores por los libros y los cuentos. Y todos los que lo conocían, sabían de la creatividad ilimitada y la pasión que tenía para compartir sus historias con cualquiera que quisiera escucharlas.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
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