El conejo y la competencia de saltos. Érase una vez un conejo llamado Coby que vivía en una hermosa pradera rodeada de flores de colores brillantes. Coby era conocido como el conejo más rápido de toda la pradera y su mayor talento era saltar muy alto y muy lejos.
Un día, Coby se enteró de una competencia de saltos que se llevaría a cabo en toda la pradera. Todos los conejos de la región se habían inscrito para participar, y el gran premio era una cesta llena de zanahorias frescas.
Coby se emocionó mucho y decidió que él también iba a participar en la competencia. Entrenaba todos los días, saltando cada vez más alto e intentando superar sus propios récords. Coby quería demostrar que era el mejor de todos.
Finalmente, llegó el día de la competencia y todos los conejos se reunieron en el campo para empezar. Había un gran escenario en el medio para los jueces y los conejos participantes pusieron toda su energía en saltar cada vez más alto.
El primer conejo en intentar el salto fue un conejo grande y fuerte llamado Rocky. Él saltó muy alto, alcanzando una altura impresionante. Pero Coby estaba seguro de que él podía superarlo.
Coby saltó y saltó, cada vez más alto, hasta que finalmente superó la altura de Rocky. Los otros conejos aplaudieron y animaron a Coby, quien se sentía muy orgulloso de sí mismo.
La competencia continuó, y todos los conejos demostraron sus habilidades en los saltos. Hubo algunos que no lograron saltar muy alto, pero otros que sorprendieron a todos con sus grandes saltos.
Luego, llegó el turno del conejo más viejo de la pradera, llamado Don. Todo el mundo pensó que Don no sería capaz de saltar muy alto, pero él sorprendió a todos al saltar más alto que nadie hasta ahora.
Coby estaba un poco preocupado, pero estaba decidido a no rendirse. Él se enfocó en su entrenamiento y en lo que tenía que hacer para saltar más alto que Don.
Finalmente, llegó el momento de que Coby saltara. Él corría hacia atrás y hacia adelante, tomando impulso cada vez más hasta que finalmente saltó. Pero algo raro sucedió. Coby no saltó tan alto como esperaba. De hecho, no saltó ni siquiera tan alto como Rocky.
Coby estaba muy triste y desanimado. Había trabajado tan duro y se sentía tan seguro de su victoria. Él no podía entender lo que había salido mal. Sin embargo, decidió que no se iba a rendir tan fácilmente.
Coby volvió al campo todos los días y entrenó muy duro. Él se enfocó en su técnica, su respiración y su concentración. No sólo quería ganar la competencia, sino también demostrar que era el conejo más rápido y el mejor saltador de toda la pradera.
Finalmente llegó el día de la competencia final. Todos los conejos de la pradera estaban presentes para ver quién iba a ganar. El primer conejo en saltar fue Don, el más viejo. Sorprendió a todos saltando más alto que nunca antes, pero Coby seguía enfocado en su entrenamiento y espera pacientemente.
Finalmente, llegó el turno de Coby. Él corría hacia atrás y hacia adelante, tomando impulso cada vez más hasta que finalmente saltó. Y esta vez, saltó más alto que nadie había saltado antes. Coby había ganado.
La pradera entera estalló en una ovación de aplausos y gritos de felicitación para Coby. El conejo estaba tan feliz que apenas podía contenerse. Corrió al escenario para recibir su premio, una cesta llena de zanahorias frescas y salió saltando hacia su madriguera, sintiéndose el conejo más feliz del mundo.
En pocas palabras: Coby aprendió que la perseverancia y la dedicación son las claves para el éxito y que nunca debe subestimarse a un competidor, independientemente de su edad o tamaño. Al final, la perseverancia de Coby lo llevó a la victoria, y ganó un lugar en el corazón de toda la pradera.