El cementerio de Halloween. Érase una vez en el cementerio de Halloween, un pequeño fantasma llamado Max que se sentía muy triste y solo. Max siempre había deseado tener amigos con quien jugar, pero por más que se esforzaba, era muy difícil encontrar a alguien que quisiera pasar tiempo con un fantasma.
Un día, Max decidió salir del cementerio en busca de nuevos amigos. Caminó por horas hasta que llegó a un pequeño pueblo, donde se encontró con una casa decorada con calabazas, telarañas y arañas gigantes. Max sintió curiosidad y se acercó a la casa.
¡Tooooooc, toooooc! Max tocó la puerta con sus dedos fantasmales. Al cabo de unos segundos, la puerta se abrió y apareció una bruja de color verde y el pelo largo y enredado.
– ¿Qué quieres, pequeño fantasma? – preguntó la bruja con una sonrisa malvada.
– Busco amigos, quiero jugar con alguien. Estoy muy solo en el cementerio. – respondió Max con tristeza.
– Hmm, veo que eres un fantasma muy amigable. Tengo una idea, por qué no te unes a nuestra fiesta de Halloween esta noche. Habrá muchos monstruos y criaturas como tú. – propuso la bruja.
Max pensó que esa idea sonaba emocionante, y aceptó la invitación de la bruja sin dudarlo. Ahora tenía una meta: hacer nuevos amigos para divertirse juntos.
Esa noche, Max llegó a la fiesta de Halloween y vio a muchos monstruos y criaturas desfilando con sus trajes espeluznantes. Había vampiros, momias, brujas, zombis, entre otros. Max se emocionó mucho cuando vio a un grupo de fantasmas y correteó hacia ellos.
Sin embargo, cuando Max llegó al grupo de fantasmas, se dio cuenta de que eran muy diferentes a él. Estos fantasmas se burlaron de Max y lo rechazaron diciéndole que no querían jugar con alguien tan débil como él.
Max se sintió muy triste y desanimado. Había encontrado un grupo de fantasmas como él, pero no amigos. Decidió caminar solo por el bosque, donde encontró a una niña vestida de bruja con una sonrisa amable.
– Hola, pequeño fantasma. Veo que estás solo. ¿Quieres que juguemos juntos? – ofreció la niña.
Max se sorprendió al ver que alguien quería jugar con él. Con la sonrisa más grande en su rostro, tomó la mano de la niña y juntos corrieron por el bosque, riendo y disfrutando su juego.
De repente, la niña se detuvo y señaló hacia una gran casa en el bosque.
– Mira, ¿ves esa casa a lo lejos? – dijo la niña-. He oído que ahí vive la bruja más malvada de la región.
Max se asustó y tembló, pero la niña lo calmó y sugirió que jugaran a las escondidas cerca de la casa. Max aceptó, y juntos se escondieron detrás de una gran roca mientras esperaban a que la bruja apareciera.
Pasaron varios minutos, pero nada pasó. De repente, Max escuchó un sonido raro detrás de él. Se dio la vuelta y vio a la bruja de la casa parada justo detrás de él, con una sonrisa malvada.
Max tembló de miedo y cerró sus ojos con fuerza, pero para su sorpresa, cuando los abrió, vio que la bruja estaba sonriendo de manera amistosa.
– Jajaja, pequeño. Creí que te habías perdido en el bosque. ¿Estás bien? – preguntó la bruja.
– Sí, gracias, estoy bien. – respondió Max, sintiendo alivio.
La bruja se presentó como Amelia, y se ofreció a jugar con Max y la niña. Juntos jugaron muchos juegos y se divirtieron mucho aunque a veces tenían miedo de la risa malvada de Amelia.
Finalmente, llegó la hora de que Max regresara al cementerio. Esta vez, no estaba solo. Había hecho amigos nuevos en la fiesta de Halloween, y estaba muy agradecido por ello. Prometió volver al pueblo para jugar con ellos de nuevo.
Desde entonces, Max hizo muchos amigos en Halloween, y nunca volvió a sentirse solo. Aprendió que no importa cuán diferentes sean las personas o criaturas, siempre puede haber la amistad. Y desde entonces, ese es el espíritu de Halloween que lo siguió por todos los años por delante.
