El caballo que abrió la puerta mágica

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El caballo que abrió la puerta mágica
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El caballo que abrió la puerta mágica. Hace mucho tiempo, en un reino lejano, vivía un caballo muy especial. Era un caballo blanco como la nieve y tenía un gran corazón. Todos los días trabajaba duro para el rey, llevando a los mensajeros y los suministros a través del país.

Un día, mientras paseaba por el bosque, el caballo vio una puerta mágica. La puerta era brillante y parecía estar hecha de un tipo especial de metal. El caballo se acercó a la puerta y la observó durante un rato. No había nadie alrededor, todo estaba en silencio.

Entonces, el caballo tuvo una idea. Decidió abrir la puerta y ver qué había detrás. Sabía que esto era peligroso, pero no podía resistir la curiosidad. Con un salto grácil, el caballo pateó la puerta, abriéndola con un fuerte chirrido.

Al otro lado de la puerta se encontraba un mundo diferente. El caballo se quedó atónito ante la belleza que se extendía ante él. Había jardines, ríos cristalinos y árboles con frutas deliciosas. Y en el centro de todo esto, estaba la casa más hermosa que el caballo había visto en su vida.

De alguna manera, el caballo sabía que este lugar era mágico. Algo en el aire le hacía sentir así, como si todo fuera posible en este lugar. Y en efecto, así era.

Poco a poco, el caballo comenzó a explorar su nueva tierra. Corrió por los jardines, comió la fruta de los árboles y bebió agua cristalina del río. Todo parecía perfecto, hasta que el sol comenzó a ponerse y el caballo se dio cuenta de que estaba perdido.

Trató de encontrar su camino, pero sin éxito. Corrió de un lado a otro, buscando la puerta mágica, pero no podía encontrarla. El caballo comenzó a sentirse ansioso. Comenzó a recordar las historias del bosque que su madre había contado cuando era un potro. Historias de espíritus del bosque y monstruos que acechaban en las sombras.

De repente, el caballo oyó un ruido detrás de él. Se volvió y vio unos ojos brillantes que lo miraban fijamente. Un animal enorme había aparecido detrás de él, y al ver al caballo comenzó a correr hacia él.

El caballo comenzó a correr lo más rápido que pudo, tratando de escapar de la bestia. Pero, el monstruo lo alcanzó y lo tiró al suelo, rosando su cara en la maleza. El caballo se levantó y comenzó a correr otra vez, esta vez con el monstruo pisándole los talones.

Finalmente, el caballo vio la puerta mágica en la distancia. Corrió más rápido de lo que nunca había corrido antes. El monstruo estaba detrás de él, y podía escuchar su respiración caliente en su cuello.

Cuando el caballo llegó a la puerta mágica, dio un puntapié a la puerta y corrió a través de ella. El monstruo se detuvo cuando intentó seguir al caballo, ya que la puerta se cerró justo delante suyo. El caballo estaba seguro de que nunca había corrido tan rápido en su vida.

Después de ese día, el caballo nunca volvió a encontrar la puerta mágica. Se quedó en donde estaba, trabajando para el rey y sus súbditos. Pero, el caballo nunca olvidó la belleza del otro lado de la puerta, la libertad de aquel lugar, el mundo mágico.

El caballo nunca habló de su experiencia a nadie, pero cada vez que visitaba el bosque, el caballo buscaba la puerta mágica. A veces, tenía la esperanza de que se abriera de nuevo y pudiera volver a aquel mundo maravilloso.

Pasaron varios años, y el caballo comenzó a envejecer. Ya no era tan rápido, fuerte o ágil como solía ser. Tendría que dejar su posición en el reino pronto. Se estaba volviendo más lento, y cada vez le costaba más mantener la vista en el camino mientras llevaba el correo a las ciudades cercanas.

Finalmente, llegó el día en que el caballo se retiró del trabajo. Ya era muy viejo para seguir llevando correos y suministros, y el rey decidió que era hora de que el caballo tuviera una vida más tranquila.

El caballo se mudó a un campo verde y hermoso, donde tenía suficiente comida y un lugar seguro para descansar. Pasaron algunos días, y un día el caballo se durmió profundamente. Cuando despertó, se encontró una vez más frente a la puerta mágica.

El caballo pensó que podría estar soñando, pero cuando pateó la puerta, se abrió de nuevo. El caballo no lo pensó dos veces y trotó a través de ella.

Al otro lado, encontró el jardín más hermoso que había visto jamás. El río cristalino y los árboles frutales estaban allí de nuevo, pero más hermosos y vibrantes que nunca. El caballo se sintió como un potro de nuevo, corriendo por la hierba verde y comiendo frutas deliciosas.

Un hombre sabio apareció detrás del caballo y lo saludó. El caballo reconoció al sabio como uno de los espíritus que su madre había mencionado en sus historias del bosque. El sabio le dijo al caballo que era hora de que regresara al mundo humano, y le dio un regalo magnífico. Un collar de oro, que el sabio dijo que tenía poderes mágicos. Padre de todos los caballos.

El caballo pagó su gratitud y prometió que siempre recordaría este día, y que solo usaría el collar cuando fuera necesario, y siempre haría lo correcto.

El caballo volvió a casa, con el collar mágico reluciendo en su cuello. Ahora que estaba tan mayor, sabía que nunca volvería a ser lo que solía ser. Pero el collar le recordaría su experiencia en el otro mundo, y le daría la valentía necesaria para enfrentar cualquier desafío que pudiera llegar. Fin de la historia.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
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