La ciudad de la inclusión

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La ciudad de la inclusión
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La ciudad de la inclusión. Érase una vez una ciudad muy especial llamada «La ciudad de la inclusión». En esta ciudad, todas las personas de diferentes razas, géneros, habilidades y culturas eran valoradas por igual y todos trabajaban juntos por el bien común.

En esta ciudad, vivía una niña llamada Ana, quien amaba jugar al aire libre. Un día, Ana decidió ir al parque, pero cuando llegó, se dio cuenta de que todos los juegos habían sido ocupados por un grupo de niños que no la dejaban jugar con ellos.

Ana estaba muy triste y decidió sentarse en un banco a ver a los demás jugar. Fue entonces cuando conoció a un niño llamado Ahmed, quien había llegado hace poco a la ciudad y no hablaba muy bien español.

Ana y Ahmed comenzaron a hablar y se convirtieron en amigos. Ana le preguntó si quería jugar juntos y Ahmed aceptó encantado. Juntos, fueron a explorar el parque y encontraron un área vacía con un columpio. A pesar de que Ahmed tenía dificultades para moverse, Ana lo ayudó a subir y lo empujó para que pudiera disfrutar del columpio.

Mientras jugaban, otros niños que antes habían ocupado los juegos, comenzaron a ver lo divertido que Ana y Ahmed la estaban pasando juntos. Por lo tanto, se unieron a ellos y pronto todos estaban jugando juntos como amigos.

Al final del día, Ana se sintió feliz al ver que había podido hacer nuevos amigos y que todos habían sido tratados por igual sin importar su origen, género o habilidad.

Pero esta no fue la única aventura de Ana en la ciudad de la inclusión. Un día, mientras caminaba por la ciudad, se encontró con un grupo de personas en sillas de ruedas que estaban tratando de entrar a una tienda, pero no podían pasar la entrada ya que tenía escalones.

Ana no sabía qué hacer, pero recordó lo mucho que había ayudado a Ahmed en el parque. Entonces, se acercó al grupo y se ofreció a buscar una rampa para ayudarlos a ingresar a la tienda.

Después de buscar por toda la ciudad, finalmente encontraron una rampa que pudieron usar para ingresar a la tienda. Las personas en sillas de ruedas estaban muy agradecidas y sabían que sin la ayuda de Ana, no hubieran podido hacer sus compras ese día.

Pero esto aún no era todo. Durante otra caminata, Ana conoció a una niña llamada Zoila, que era de origen indígena y hablaba una lengua diferente a la justa. Ana se sintió un poco incómoda al principio, pero pronto se dio cuenta de que Zoila era una niña muy dulce y amistosa.

A pesar de que Ana no entendía todo lo que decía Zoila, ambas comenzaron a jugar juntas y a divertirse. Con el tiempo, Ana y Zoila pudieron comunicarse mejor través de la risa y los gestos.

Ana aprendió que no importaba de dónde vinieras o qué idioma hablases, lo que importaba era la amistad y el respeto mutuo.

En esta ciudad de la inclusión, Ana aprendió muchas lecciones valiosas de amor, amistad y respeto. Aprendió que el mundo es un lugar maravilloso lleno de personas increíbles, y que todas las personas merecen ser valoradas y respetadas por igual.

Con el tiempo, Ana se convirtió en una embajadora de la inclusión y trabajó para crear un ambiente más inclusivo en su familia y en su comunidad. Su amor por la diversidad y su deseo de crear una ciudad más justa y amable para todos, hizo que La ciudad de la inclusión fuera un lugar aún más especial y maravilloso.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
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