La isla de la justicia. Érase una vez, en una isla mágica llamada la Isla de la Justicia vivían muchos seres maravillosos, llenos de alegría y felicidad. Esta isla era muy especial, ya que en ella habitaban diferentes criaturas de todas partes del mundo, cada una con su propia cultura y tradiciones. En la isla de la Justicia no importaba el color de la piel, la raza, el género o la orientación sexual de nadie. Todos se trataban con respeto e igualdad, y ayudaban a los demás siempre que lo necesitaban.
En la isla no había ninguna ley, pero todos los habitantes sabían que para vivir en armonía era necesario que todos se respetaran y se trataran de igual a igual. Los padres les enseñaban a sus hijos el valor de la diversidad y de que todos debían ser tratados con amor y respeto sin excepción. Se sentían tan felices de vivir en un lugar como ese que era difícil imaginarse vivir en otro lugar.
Sin embargo, un día, algo extraño sucedió. Una bruma densa cubrió la Isla de la Justicia, apagando las luces del sol y dificultando la visibilidad. La emoción y la alegría que solía estar presente cada día comenzó a desvanecerse, y las criaturas empezaron a sentirse muy preocupadas.
Finalmente, a través de la niebla, se podía ver una pequeña figura cojeando hacia la isla. Cuando la figura llegó a la orilla, pudo ser vista claramente. Era una joven lagartija de colores brillantes, y claramente estaba herida. Los residentes de la isla se acercaron para ayudarla, ofreciéndole agua, comida y un lugar cálido para descansar.
La lagartija les explicó que había sido maltratada y atacada simplemente por ser diferente, que su familia y amigos habían sido secuestrados, y que ella había logrado escapar de la terrible situación a nado hasta llegar a la Isla de la Justicia. Los residentes de la isla no podían creer lo que la pobre lagartija había sufrido. Se juntaron y decidieron que tenían que hacer algo para ayudarla y también pararles los pies a los malvados que causaban ese tipo de maltrato.
Con la lagartija herida como guía –ella conocía la ubicación de los que desencadenaban esa violencia–, los animales decidieron navegar juntos y encontrar la manera de recuperar a los amigos y familiares perdidos, así como de encontrar una solución a los individuos que estaban causando dolor y sufrimiento en los demás.
El viaje fue largo y difícil, pero al final, encontraron una isla secreta donde se reunían los malvados que habían secuestrado a los amigos y familiares de la lagartija. Tras estudiar la isla durante un tiempo, los animales encontraron una manera creativa de exponer a los malvados a la comunidad global que también estaba disgustada con la discriminación y el maltrato que habían sufrido.
Las criaturas de la isla distribuyeron pequeñas hojas verdes a los malvados en las que estaban las direcciones de los hogares de la comunidad de la isla que había sido lesionada. Después, las criaturas de la Isla de la Justicia presentaron sus propias tradiciones y culturas con la intención de fomentar una comprensión más profunda de la importancia de la diversidad y de la inclusión social.
Al ver todo lo compartido y después de un largo proceso de reflexión, los malvados se dieron cuenta del error cometido por su ignorancia y prepotencia. Acabaron pidiendo perdón por el dolor y la ofensa causados a las víctimas y prometieron más allá de palabras reparar el daño causado y trabajar por un mundo en el que todos tengan los mismos derechos.
Perdidos entre esa isla sabía sonreían al notar que el respeto y el amor por la diversidad pudieran unir una comunidad global a un cambio en el que exista inclusión para todos. La Isla de la Justicia volvió a ser un lugar seguro y feliz, donde todos los seres vivos, sin importar el color de su piel, raza, género o orientación sexual, vivían en armonía y con igualdad. La solidaridad y el trabajo en equipo habían prevalecido, y se mostró claramente que la justicia, la igualdad y la inclusión son valores necesarios para convivir en una sociedad mejor y encontrar un sentido más autentico a nuestras relaciones y vida en el mundo.