El niño que no se rindió

Tiempo de lectura: 4 minutos

El niño que no se rindió
¿PREFIERES UN AUDIOCUENTO?

Si prefieres, puedes escuchar el cuento mientras haces otras tareas

El niño que no se rindió. Érase una vez un niño llamado Martín que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas y bosques. Martín era un niño muy inquieto y curioso que siempre estaba haciendo preguntas y jugando en el exterior.

Un día, Martín decidió que quería participar en la carrera anual del pueblo. Él había visto a los niños mayores correr y saltar a través de los obstáculos en años anteriores, y quería ser parte de la diversión.

Pero cuando llegó el día de la carrera, Martín se sorprendió al darse cuenta de que era el único niño de su edad que había decidido participar. Todos los demás niños parecían mucho más grandes y fuertes que él, y Martín comenzó a sentirse nervioso y pequeño.

Aún así, Martín no se dejó vencer por sus miedos. Sabía que esta carrera era importante para él, y estaba decidido a dar lo mejor de sí.

La carrera comenzó, y Martín comenzó a correr con todas sus fuerzas. Los primeros obstáculos eran fáciles de superar, pero cuando llegó al siguiente, Martín comenzó a tener problemas. El obstáculo era una gran pared de madera que debía escalar antes de continuar corriendo.

Los otros niños parecían subir fácilmente por la pared, pero Martín no podía hacerlo. Intentó una y otra vez, pero sus manos se resbalaban y sus pies no se aferraban lo suficiente. Se sintió impotente y listo para darse por vencido.

Fue entonces cuando apareció Sofía, una niña un poco mayor que Martín. Ella había visto cómo él estaba luchando y se acercó a él para ofrecer su ayuda.

«¿Necesitas un poco de ayuda?» preguntó Sofía con una sonrisa amistosa. «Juntos podemos escalar la pared».

Martín dudó al principio, pero después de ver la amabilidad en la cara de Sofía, decidió aceptar su oferta. Juntos, subieron la pared y continuaron la carrera.

La carrera continuó, y Martín, junto con Sofía, comenzaron a recuperar terreno. Superaron obstáculos complicados juntos, y Martín comenzó a sentirse más seguro y fuerte.

Sin embargo, cuando llegaron al último obstáculo, una piscina llena de barro, se dieron cuenta de que necesitaban ayuda. La piscina era muy profunda y resbaladiza, y había muchos obstáculos en el fondo que los niños debían evitar.

Fue entonces cuando otro niño llamado Malick apareció en escena. Él había estado siguiendo la carrera y se había dado cuenta de que estos dos niños necesitaban ayuda.

«¡Aquí estoy para ayudar!» dijo Malick con una sonrisa en el rostro. «¿Cómo podemos superar esto juntos?»

Los tres niños trabajaron juntos, y finalmente, después de mucho esfuerzo y risas, superaron la piscina de barro y cruzaron la línea de meta.

Martín se sentía increíblemente feliz y orgulloso de lo que había logrado, pero se dio cuenta de que lo que realmente lo hizo feliz fue la gente con la que había trabajado. Había sido capaz de superar los obstáculos gracias a la ayuda de Sofía y Malick.

Martín entendió que todos somos iguales, independientemente de nuestra edad, género, raza o nivel socioeconómico. Todos podemos ayudarnos mutuamente y trabajar juntos para superar los obstáculos en la vida.

Desde ese día en adelante, Martín fue más amable y respetuoso con todas las personas, y siempre estaba dispuesto a ayudar a alguien que lo necesitara. Se dio cuenta de que no tenía que ganar para ser verdaderamente feliz, lo que importaba era el camino que llevaba hasta allí.

Desde ese día en adelante, la carrera anual del pueblo se convirtió en una carrera de equipo, donde todos los niños trabajaron juntos para superar los obstáculos y competir de manera justa y amistosa. Y siempre había un lugar especial en la carrera para Sofía, Malick y Martín, los niños que nunca se habían rendido y habían demostrado el valor de trabajar juntos.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
El niño que no se rindió
¿Te ha gustado «El niño que no se rindió»?
¡Compártelo con tus amigos!
Facebook
Twitter
Pinterest
WhatsApp
Email
Imprimir