El cuento del canguro saltarín. Érase una vez un canguro saltarín llamado Kangu. Kangu vivía feliz en el campo, saltando de un lugar a otro y saludando a todos sus amigos animales. Desde que era pequeño, Kangu había aprendido a ser amable y ayudar a todos aquellos que lo necesitaran.
Un día, mientras saltaba por el campo, Kangu se encontró con una mariposa que parecía triste. Kangu se acercó a ella y le preguntó qué le sucedía. La mariposa le contó que había perdido el camino de regreso a su hogar y no sabía cómo volver. Kangu no lo pensó dos veces y se ofreció a ayudarla.
La mariposa estaba tan contenta que empezó a revolotear alrededor de Kangu. Juntos caminaron y saltaron por el campo, buscando el camino de regreso al hogar de la mariposa. Después de un rato de caminar, Kangu y la mariposa encontraron una flor con hermosos pétalos rosados. La mariposa se detuvo para inspeccionar la flor y cuando trató de volar de nuevo, sus alas se engancharon en un arbusto cercano.
La mariposa comenzó a llorar y Kangu no sabía qué hacer. Fue entonces cuando recordó algo que su mamá le había enseñado: cuando alguien está triste o necesita ayuda, lo mejor que puedes hacer es ofrecer tu apoyo y compasión.
Kangu se acercó lentamente a la mariposa y le aseguró que todo iba a estar bien. Con delicadeza, desenredó las alas de la mariposa del arbusto y la llevó de regreso a la flor rosa. Con su ayuda, la mariposa pudo volar de nuevo y se sintió mucho mejor. La mariposa estaba tan agradecida que decidió darle a Kangu un abrazo de despedida y prometió visitarle de vez en cuando.
A partir de ese día, Kangu aprendió una lección muy valiosa: que a veces, lo único que necesitamos es un poco de apoyo y compasión para superar las dificultades. Y él estaba muy feliz de haber podido ayudar a su amiga la mariposa en su momento de necesidad.
Pero esto no fue lo último que Kangu hizo para ayudar a alguien en aprietos. En otra ocasión, Kangu encontró a un conejito atrapado en una rama de un árbol. El conejito había subido demasiado alto y no podía bajar. Kangu sabía que tenía que ayudarlo, así que saltó lo más alto que pudo para alcanzar al conejito y lo sostuvo en su regazo mientras bajaban del árbol.
El conejito estaba un poco asustado al principio, pero Kangu lo alentó todo el camino hasta abajo. Agradecido, el conejito abrazó a Kangu y le ofreció compartir con él sus zanahorias.
Con el tiempo, Kangu se hizo conocido por ser un amigo fiel y compasivo en todo el campo. Todos los animales sabían que podían contar con él si necesitaban ayuda. Y Kangu compiló muchas historias de aventuras, amistad y empatía.
Así continuó Kangu saliendo al campo cada día, ayudando a sus amigos animales y aprendiendo de ellos. Se dio cuenta de lo importante que es cultivar la empatía, para entender las necesidades de otros y ayudarles. Todo el campo se llenó de sonrisas y alegría, y Kangu estaba muy feliz de haber podido contribuir a ello.
Al final, después de muchos años de aventuras y amistades, Kangu se convirtió en el rey del campo. Pero a pesar de su estatus de rey, nunca dejó de ser un canguro saltarín amable y amoroso, siempre dispuesto a ayudar a quien lo necesitara.
Y así es como el canguro saltarín Kangu se convirtió en un ejemplo para todos los animales del campo, inspirando en ellos el amor, la empatía y la amabilidad hacia los demás.
Fin.