El zorro y el erizo

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El zorro y el erizo
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El zorro y el erizo. Érase una vez en el bosque un zorro muy astuto y habilidoso que siempre estaba buscando una oportunidad para cazar a sus presas. Un día, mientras caminaba por el camino del bosque, vio un erizo durmiendo entre las hojas.

El zorro se acercó despacio, con la intención de capturar al erizo. Pero antes de poder hacer algo, el erizo abrió los ojos y se dio cuenta de que había alguien cerca de él. Rápidamente, se rodó en una pelota y se cerró. «No puedes hacer nada para lastimarme», dijo el erizo.

El zorro se dio cuenta de que había subestimado al pequeño erizo. «Eres muy listo», dijo el zorro. «¿Cómo aprendiste a hacer eso?»

El erizo respondió: «He aprendido a defenderme de los animales que me quieren lastimar».

El zorro se sintió avergonzado de su intento de caza. Él siempre había pensado en sí mismo como alguien inteligente y astuto, pero ahora veía que había subestimado al pequeño erizo.

El erizo no tenía miedo del zorro, sino que lo veía como alguien que necesitaba aprender de él. El erizo sabía que con su picadura podría hacerle daño, pero también sabía que si lo hacía, el zorro se lastimaría.

El zorro decidió que debía aprender una lección del erizo. Le preguntó: «¿Cómo puedo aprender a ser tan fuerte como tú?»

El erizo le respondió: «No se trata de ser más fuerte. Se trata de comprender a los demás y no herirlos. Tienes que aprender a ser empático».

El zorro nunca había escuchado esa palabra antes, así que el erizo decidió enseñarle. Le dijo que ser empático es ponerse en el lugar de los demás y comprender cómo se sienten. Que no es necesario lastimar a nadie para conseguir lo que quieres.

El zorro aprendió la lección del erizo. Dejó de buscar presas y decidió que quería ayudar a los demás. Ahora el zorro se dedicaba a buscar comida para los animales que no podían hacerlo por sí mismos.

Un día, el erizo se encontró en una situación difícil. Había caído a un río muy peligroso y estaba pidiendo ayuda. El zorro, al ver al erizo en peligro, decidió arriesgar su vida para salvarlo.

El zorro se puso en el camino del río para que el erizo pudiera subirse en su espalda y así ser rescatado. A pesar de que el río era muy peligroso, el zorro pudo evitar que el erizo se ahogara.

Desde ese día, el zorro se convirtió en el mejor amigo del erizo. Comenzaron a hacer todo juntos. Jugar, explorar el bosque, comer y dormir juntos. El zorro aprendió que no era necesario hacerle daño a nadie para obtener lo que quería. Él entendió que debía ser empático y cuidadoso con los demás.

El erizo se sintió muy agradecido por la ayuda del zorro. Había aprendido que a veces las personas que pensamos que solo nos quieren lastimar, pueden terminar siendo nuestros mejores amigos.

El zorro y el erizo se dieron cuenta de lo importante que era aprender a ser empáticos. Se dieron cuenta de que, aunque eran diferentes, podían aprender y cuidarse mutuamente.

Y así, el zorro y el erizo se convirtieron en una pareja inseparable. Aprendieron la importancia de ponerse en los zapatos de los demás y así, construir relaciones saludables y duraderas.

Desde ese día en adelante, el zorro se dedicó a ser un animal amable, empático y compasivo. Aprendió a ser un gran amigo y compañero. Y el erizo siempre lo recordaría como su gran amigo, aquel que le enseñó la lección más importante de su vida: la empatía.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
El zorro y el erizo
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