La Leoncita y el Monstruo

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La Leoncita y el Monstruo
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La Leoncita y el Monstruo. Érase una vez una pequeña leoncita llamada Lila que vivía en la selva con su familia. Era una leoncita valiente y curiosa que siempre estaba explorando su entorno y descubriendo cosas nuevas.

Un día, mientras jugaba con sus hermanos, Lila se topó con un monstruo enorme y aterrador. El monstruo tenía una piel gruesa, ojos rojos como el fuego y unos colmillos tan grandes que podrían arrancar un árbol de raíz.

Lila estaba asustada, pero no dejó que se notara. En lugar de eso, se acercó al monstruo para preguntarle por qué estaba en la selva.

El monstruo gruñó y le dijo que estaba buscando comida. Lila le preguntó si tenía hambre y el monstruo asintió. Lila pensó en su familia y en cuánta comida tenían en su hogar. Decidió ofrecerle un poco de la comida que habían recolectado.

El monstruo aceptó la comida con gratitud y se sentó a comer. Lila se quedó a su lado, hablando con él y preguntándole sobre su vida. Descubrió que el monstruo no siempre había sido malo y aterrador, sino que había sido maltratado por los humanos y había aprendido a defenderse.

Después de que el monstruo terminara de comer, Lila le preguntó si quería ser su amigo. El monstruo estaba sorprendido, ya que nunca antes alguien había querido ser su amigo. Pero Lila era especial, y muy valiente, así que decidió aceptar su oferta.

Durante varios días, Lila y el monstruo se hicieron amigos. Lila le enseñó a su nuevo amigo a cazar sin dañar a otros animales, y también compartió con él sus juguetes y juegos favoritos.

La familia de Lila estaba sorprendida al ver cómo su hija había convertido al monstruo en su amigo. Pero estaban contentos, porque ahora conocían la historia del monstruo y podían ver que no era tan malo como parecía.

Un día, cuando Lila y el monstruo estaban jugando, una manada de cazadores llegó a la selva. Estaban armados con rifles y estaban buscando animales para cazar. Cuando vieron al monstruo, abrieron fuego.

Lila estaba aterrorizada por lo que estaba sucediendo. Pero no dejó que su miedo le impidiera ayudar a su amigo. Corrió hacia el monstruo y lo cubrió con su cuerpo para protegerlo.

Los cazadores se pararon en seco cuando vieron a la valiente leoncita protegiendo al monstruo. No podían creer que un animal salvaje estuviera haciendo algo tan humano.

Lila se giró hacia los cazadores y les gritó:

– ¡No podemos seguir haciéndonos daño! ¡Tenemos que ser amigos y cuidar de nuestra selva juntos!

Los cazadores se sintieron avergonzados y abandonaron su actitud agresiva. Se dieron cuenta de que no tenían que matar a los animales de la selva para sobrevivir, y que podían vivir en armonía con ellos.

A partir de ese día, el monstruo y Lila se convirtieron en los protectores de la selva. Juntos, ayudaron a los animales que estaban heridos, regaron las plantas para que crecieran fuertes y sanas, y mantuvieron a los cazadores alejados con su valentía.

La selva se convirtió en un lugar más tranquilo y seguro para todos los animales, y Lila y el monstruo se convirtieron en amigos para siempre.

La leoncita había aprendido que no siempre se debe juzgar a las personas por su apariencia, y que incluso aquellos que parecen más aterradores pueden ser bondadosos en el fondo.

Y el monstruo aprendió que tenía un lugar en el mundo, y que era posible encontrar amigos en los lugares más inesperados.

Así que, en la selva, la leoncita y el monstruo vivieron felices para siempre, cuidando de su hogar y disfrutando juntos de las aventuras que la vida les ofrecía.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
La Leoncita y el Monstruo
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