El fantasma del antiguo hospital psiquiátrico. Érase una vez un antiguo hospital psiquiátrico en el que se decía que habitaba un fantasma. Este lugar llevaba muchos años abandonado y la gente del pueblo aseguraba haber escuchado extraños sonidos y ver sombras moviéndose en su interior. Los más valientes intentaban acercarse para ver de cerca al fantasma, pero siempre salían corriendo, asustados por lo que sucedía en su interior.
Un día, dos amigos, Tomás y Ana, decidieron aventurarse para descubrir si era cierto lo que decían sobre el fantasma. A pesar de que ambos estaban algo asustados, se motivaron mutuamente para hallar la verdad detrás de esta leyenda.
Llegaron al hospital cuando ya estaba anocheciendo. Ambos entraron temerosos y la oscuridad hizo que se arrepintieran de su elección, pero ya estaban dentro. Buscaron por todos los pasillos sin hallar nada extraño, y empezaron a creer que todo era una historia sin sentido. Pero entonces, escucharon un extraño ruido proviniendo de una de las habitaciones.
Tomás y Ana se miraron y entendieron que era real, había algo allí. Se acercaron a la habitación y encontraron una caja polvorienta en el suelo. Era una caja antigua de madera y en ella encontraron una nota.
La nota les contaba la historia del hospital. Cuando el hospital estaba en activo, tenían pacientes psiquiátricos que eran el foco de atención de muchos experimentos, y cuando desarrollaron tratamientos nuevos y efectivos, la mayoría de los pacientes fueron dados de alta y vivieron vidas normales nuevamente. Todos menos uno, un anciano llamado Pedro.
Pedro se mantuvo en el hospital debido a que no había familiares que pudieran hacerse cargo de él, y fue tratado con menos atención que los otros pacientes. Durante muchos años estuvo solo y olvidado, todos lo habían olvidado, excepto el personal del hospital, quienes siguieron realizando experimentos en él. Finalmente, Pedro murió, y su cuerpo fue depositado en un rincón del hospital.
Desde aquel momento se dice que su alma sigue habitando ahí, atormentando al personal del hospital y a quienes se atrevían a entrar.
Tomás y Ana comprendieron que el fantasma que habitaba el hospital era la del anciano Pedro, quien esperaba su oportunidad para descansar en paz. Decidieron que tenían que hacer algo al respecto.
Tras pensar durante unos instantes, recordaron que cerca del pueblo vivía la abuela de Ana, quien en su juventud había curado dolencias con plantas medicinales. Decidieron que ella podría ayudarlos a encontrar la solución para liberar al alma del anciano.
Los dos amigos encontraron a la abuela de Ana quien escuchó su historia con interés, y posteriormente les aconsejó plantas medicinales que podían ayudarlos con su problema. Les entregó una bolsa con distintas especias y hojas que debían utilizar para realizar un ritual de liberación.
Tomás y Ana regresaron al hospital y realizaron el ritual en la habitación donde se rumoreaba que habitaba el fantasma de Pedro. Cuando encendieron las hojas y se acercaron a Pedro, una luz apareció y lo envolvió. Una figura salió del cuerpo y desapareció en la habitación.
Después del extraño suceso, Tomás y Ana salieron corriendo del hospital, asustados pero aliviados al mismo tiempo. Sabían que habían logrado liberar al espíritu del anciano y que, por fin, Pedro podría descansar en paz.
Esa noche, mientras se dirigían de regreso a casa, contemplaron las estrellas, agradecidos por haber ayudado a un alma en pena. Desde entonces, la leyenda del fantasma del antiguo hospital psiquiátrico dejó de tener sentido, y la gente del pueblo nunca más había oído ruidos extraños o visto sombras moviéndose entre sus paredes.
Tomás y Ana se convirtieron en héroes para el pueblo, y contaron la historia del hospital psiquiátrico y de Pedro, siempre recordando que su valentía y curiosidad los habían llevado a liberar al alma en pena de aquel anciano.


