La casa encantada del fantasma juguetón. Érase una vez, en el corazón del bosque, una casa encantada. Nadie sabía quién había vivido allí, o si alguien había vivido allí alguna vez. Pero todos los niños del pueblo decían que la casa estaba embrujada por un fantasma juguetón.
Un día, un grupo de amigos decidió explorar la casa encantada. Entraron sigilosamente y empezaron a buscar pistas sobre quién podía vivir allí. Pero, en lugar de encontrar cualquier rastro del dueño, se encontraron con una sala llena de juguetes.
Los niños se sintieron inmediatamente atraídos por la gran cantidad de juguetes que estaban allí. Había pelotas, muñecas, trenes eléctricos, coches y muchos otros juguetes. Entonces, los niños comenzaron a jugar y se olvidaron de todo lo demás.
Pero, de repente, un misterioso sonido los hizo detenerse. De repente, comenzaron a moverse solos, como si alguien estuviera jugando con ellos. Los niños estaban asustados, ¿había un fantasma juguetón escondido detrás de esa puerta?
Pero entonces, de repente, un pequeño fantasma apareció ante ellos. Era un pequeño fantasma juguetón con una sonrisa amistosa en la cara. Les dijo que él era el fantasma juguetón de la casa encantada y les aseguró que no les haría daño.
– Hola, niños -dijo el fantasma juguetón-. Me alegra ver que están disfrutando de mis juguetes. Me encanta jugar, pero me encuentro algo solo aquí. ¿Les gustaría jugar conmigo?
Los niños, aunque asustados, no pudieron resistirse a la sonrisa del fantasma y aceptaron su invitación para jugar. Los juguetes cobraron vida y la diversión comenzó. Parecía que el fantasma juguetón había estado esperando a alguien para jugar mucho tiempo.
Los niños se divirtieron tanto que no se dieron cuenta de que estaba oscureciendo. El fantasma los convidó con galletas y zumo mientras les contaba historias divertidas de los juguetes que estaban jugando. Y los niños se sentían felices, algunos de ellos hablaban con el fantasma como si fuera uno del grupo.
Pero finalmente llegó la hora de partir. Los niños le preguntaron al fantasma juguetón si podían volver. «Por supuesto», les dijo, «siempre podrán jugar conmigo». Los chicos sonrieron y le agradecieron la invitación. Sabían que habían hecho un amigo muy especial en la casa encantada del fantasma juguetón.
Desde ese día, los niños visitaron frecuentemente al fantasma juguetón. Jugaban juntos y contaban historias de todo tipo. Se habían vuelto unos amigos inseparables y siempre estaban juntos.
Un día, el termómetro bajó a cero y se vino la nevada más fuerte en años. La casa encantada estaba totalmente blanca. los amigos no podían salir y no sabían qué hacer. Pero entonces, el fantasma juguetón les lamentó que no pudieran salir a jugar y les sugerencia jugar dentro de la casa.
Los niños no parecían muy convencidos, pero el fantasma juguetón tenía algo preparado. ¡Hizo que todo el jardín apareciera en la sala! Aparecieron los toboganes, columpios, los árboles, los animalitos… ¡los chicos no podían creer lo que estaban viendo!
Y así fue como los niños pasaron un día asombroso, faltos de preocupación siguiendo al fantasma juguetón por la casa encantada. Cuando llegó el atardecer, las luces se apagaron y el fantasma juguetón se despidió. Los niños le agradecieron una vez más las cosas divertidas que hicieron y se fueron a casa.
Los niños nunca supieron quién había vivido en la casa encantada, pero pronto se dieron cuenta de que su amigo fantasma era la mejor cosa que les había pasado en la vida. Y prometieron jugar juntos por siempre y disfrutar de la magia que siempre habría en la casa encantada del fantasma juguetón.


