La leyenda del fantasma de la playa misteriosa

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La leyenda del fantasma de la playa misteriosa
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La leyenda del fantasma de la playa misteriosa. Érase una vez, en una hermosa playa, se decía que existía un fantasma que rondaba por allí todas las noches. Muchos lugareños habían hablado sobre este fantasma, pero nadie tenía pruebas de su existencia. Los niños de la región se divertían mucho inventando historias y leyendas acerca del fantasma, pero ninguno se había atrevido a descubrir si verdaderamente existía o no.

Sin embargo, había un grupo de amigos que, a pesar de sus miedos, estaban decididos a descubrir si el fantasma de la playa misteriosa era real. Esta pandilla compuesta por Camila, Juan, Sofía, y Diego eran los más valientes de todos los niños en su pueblo y siempre estaban dispuestos a buscar la aventura.

Durante el día, las playas eran el paraíso de los niños, ellos jugaban y se divertían dentro del agua, construían castillos de arena y recolectaban conchas. Pero tan pronto como caía la noche, la playa se convertía en un lugar tenebroso en el que nadie quería estar.

Esto no fue un obstáculo para el grupo de amigos, ellos tenían una misión y nada podía detenerlos. La noche en la que planeaban ponerse a prueba, esperaron pacientemente a que la luna llena brillara en el cielo y las estrellas comenzaran a titilar en la oscuridad.

La playa estaba vacía, los niños se adentraron hacia las aguas tibias y caminaron juntos durante un buen momento. Cuando finalmente decidieron que era el momento indicado, empezaron a contar historias de terror para atreverse mutuamente y seguir avanzando en su búsqueda.

En un momento, mientras los niños se dejaban arrastrar hacia la playa, vieron un movimiento en la lejanía. Al principio parecía una sombra, pero luego se convirtió en la figura del fantasma de la playa. Al principio todos quisieron huir, pero Sofía se dio cuenta de que el fantasma movía raro, como si estuviera triste.

Después de ver al fantasma, los amigos decidieron hacer lo más valiente que podrían: ir a hablar con él. A medida que se acercaban, se dieron cuenta de que el fantasma no parecía muy amenazador. Y después de que lograran acercarse lo suficiente, se dieron cuenta de que el «fantasma» presentaba una herida en la pierna. Un heridas que él estaba intentando curar con cariño.

– ¿Por qué estás aquí en la playa en medio de la noche? – preguntó Juan con voz temblorosa.

– Esta es mi playa, todos los días me siento aquí para recordar mis días de juventud. Le respondió el Fantasma.

Los niños le preguntaron su nombre y el Fantasma le respondió que era Alberto, que había crecido en esa playa y que se sentía atado a ella por el resto de su eternidad. Alberto había heredado el amor por la playa de sus padres y abuelos, quienes lo llevaron a correr por la arena cuando era un niño, cuando vivía y tenía piernas.

Cada noche, Alberto sentía que volver a la playa lo conectaba con su lado humano y lo ayudaba a mantener la memoria de sus días de juventud.

El grupo de amigos trajo algún material de curación que tenían y ayudaron a limpiar y curar las heridas de Alberto. Durante los siguientes días y noches, los amigos visitaron a Alberto en la playa y compartieron historias divertidas y emocionantes mientras escuchaban las historias de Alberto sobre su juventud y su amor por la playa.

Con el tiempo, Alberto empezó a mostrarse más feliz y pleno. Aun así, los niños pudieron notar en su mirada una luz triste por la pérdida de sus piernas.

– Me has devuelto la esperanza. Les dijo Alberto a los niños. Muchas veces vengo aquí con la esperanza de ver a alguien y conversar con ellos, pero nunca pasó hasta ahora.

Gracias a la valentía de los amigos, Alberto encontró compañía en la sombra, una familia cuando se sentía solo y solitario. A fin de cuentas, estas conversaciones se convirtieron en una de las más grandiosas aventuras que los niños pudieron tener en esa playa misteriosa.

Y así, el grupo de amigos aprendió una valiosa lección. Que incluso en los lugares más tenebrosos y en las cosas más temibles, hay siempre, siempre algo de luz, una historia, una aventura que hacer, y siempre, siempre hay un hombro amistoso con quien hablar.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
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