El Monstruo del Castillo de las Sombras. Érase una vez en un reino lejano, en lo alto de una colina, se erguía un castillo imponente rodeado de una maraña de árboles. Se decía que en él vivía un monstruo feroz que aterrorizaba a todo aquel que osara acercarse por las sombras de la noche. Nadie había logrado verlo, pero se contaban historias espeluznantes sobre sus rugidos y su sed de sangre.
A pesar del miedo desencadenado, una niña llamada Sofía no podía resistir la tentación de investigar la leyenda del monstruo en el Castillo de las Sombras. Con una linterna en la mano y el corazón acelerado por la emoción, decidió explorar el lugar después de la hora del crepúsculo.
Mientras caminaba entre los árboles, podía sentir cómo sus ramas rasgaban su cabello y su ropa. La luz de su linterna parpadeaba mientras trataba de avanzar en la oscuridad. Finalmente, llegó a la entrada del castillo. La puerta estaba entreabierta y una bruma fría salía de su interior.
Sofía sintió un escalofrío recorriendo su cuerpo, pues el viento comenzaba a soplar con suavidad y con él, varios sonidos que la intrigaron. Y, sin pensar mucho, comenzó a caminar por los pasillos del castillo, explorando las habitaciones vacías y las paredes cubiertas de musgo. Fue entonces cuando escuchó un ruido extraño que la hizo detenerse en seco.
–¿Quién anda ahí? –preguntó Sofía, intentando que su voz sonara valiente.
Pero no hubo respuesta. Continuó caminando hasta que una sombra oscura se deslizó delante de ella.
Sofía sintió que su corazón se paraba. Pero la sombra resultó ser solo una cortina moviéndose con el viento. Respiró profundamente y decidió seguir adelante. Sabía que debía enfrentar sus miedos si quería descubrir el misterio del Castillo de las Sombras.
De repente, un sonido gutural y aterrador la detuvo. Se dio cuenta de que el ruido venía de una habitación cercana. Con lentitud y miedo, se acercó a la puerta y abrió un poco sin hacer ruido. Una figura aterradora la aterrorizó: un monstruo enorme, de ojos rojos y carente de pelo, con dientes afilados y grandes músculos, rugía enfurecido en una jaula de hierro.
–Tranquilo, no te haré daño– susurró Sofía, haciendo el intento de acercarse y ver por qué estaba cautivo. Fue entonces cuando notó que había una trampa para animales alrededor de la pata del monstruo. Con cuidado, liberó la trampa para liberar al animal.
El monstruo, que parecía estar agradecido, la miró con los ojos brillantes mientras bajaba de la jaula.
–Gracias, pequeña –dijo con una voz que sorprendió a Sofía, más suave de lo que esperaba. –Con mi agradecimiento, quiero llevarte de vuelta a casa sana y salva. Pero antes, tengo que agradecerte de alguna manera.
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Después de la emocionante experiencia en Castillo de las Sombras, el monstruo llevó a casa a Sofía en su espalda. Desde ese momento, todos los habitantes de la zona conocieron que no era más que un animal tranquilo que, por culpa de los rumores, había sido encarcelado en el castillo.
Sofía sintió que el descubrimiento del monstruo fuera algo que debía de ser compartido con los habitantes del pueblo vecino, así que organizó una reunión en el parque local. Fue entonces cuando el monstruo llegó y, ante la sorpresa de los vecinos, habló por primera vez.
–No vengo a lastimarlos –dijo con sinceridad–, solo agradecerles por haberme ayudado. Durante años viví en este bosque y nunca había sido lastimado haciendo daño a nadie. Pero la maldición de mi apariencia me persiguió, y fui encarcelado por aquellos que no me conocían. Estoy en deuda eterna contigo, Sofía –continuó, mirándola con dulzura–, por haberme dado la oportunidad de mostrarme como soy.
Los vecinos del pueblo, emocionados, aplaudieron mientras el monstruo y Sofía se daban un abrazo. Desde entonces, las historias de monstruos y brujas del Castillo de las Sombras se quedaron en el pasado. Ahora, todos conocían que el monstruo era un ser amable y agradecido que solo quería vivir en paz.
Sofía había aprendido la lección más importante de todas: no juzgar a alguien por su apariencia. Y el monstruo había aprendido que siempre hay alguien bueno en el mundo que puede entender y aceptar su verdadera naturaleza.
Así que eso es lo que pasó tras el final de la leyenda del Monstruo del Castillo de las Sombras. Y si alguna noche te aventuras por ese bosque lejano, ten en cuenta que no hay nada que temer, al menos no al monstruo que vive en el Castillo de las Sombras.