El Monstruo de la Colina Encantada. Érase una vez, en una pequeña aldea entre montañas, existía un bosque encantado en el que vivía un tremendo monstruo. Los habitantes de la aldea llamaban a esa montaña «La Colina Encantada» y se decía que el monstruo que habitaba allí era un ser que inspiraba temor.
El monstruo de la Colina Encantada era una criatura como nunca antes se había visto. Su tamaño era tan grande que su cabeza llegaba hasta las nubes y sus ojos brillantes se asemejaban a dos destellos de luz en la oscuridad. Sus manos eran gigantes y siempre mantenía sus uñas afiladas, como si estuviera listo para atacar a cualquier momento.
Los pobladores del pueblo temían por sus vidas, por lo que se encargaron de construir una gran muralla alrededor de su aldea. Con esto, se pretendía protegerse del monstruo y de cualquier otro peligro. Sin embargo, el muro no podía proteger a nadie de la magnitud del monstruo.
Los niños de la aldea escuchaban historias de terror sobre el monstruo, hasta el punto en que desarrollaron una especie de fobia hacia las montañas de la zona. Se decía que el monstruo salía de su guarida todas las noches y devoraba a los habitantes de la aldea.
Un día, un niño llamado Tom decidió aventurarse en el bosque encantado en busca del monstruo. Sus amigos lo trataban de loco por querer desafiar al monstruo de la Colina Encantada, pero Tom estaba decidido.
Cuando llegó al bosque, se dio cuenta de que era hermoso. El sol se reflejaba en el follaje, las hojas se mecían con el viento y los sonidos de los pájaros complacían sus oídos.
Tom continuó caminando y llegó a una cueva en medio de una colina. Como si fuera una señal del destino, una brisa fresca lo envolvió y lo impulsó hacia el interior de la cueva.
Una vez dentro, la cueva era completamente negra, sin embargo unos ojos brillantes se hacían visibles debajo de él. En ese momento, comprendió que estaba debajo de los pies del monstruo.
El monstruo de la Colina Encantada abrió la boca para devorar al que osara entrar a su casa, sin embargo, Tom agarró rápidamente un palo y lo sostuvo como si fuera un arma.
El monstruo se sorprendió por una fracción de segundo, pero luego rugió de tal forma que retumbó el suelo. Tom, al ver al monstruo tan de cerca, se dio cuenta de que no era tan aterrador como se había imaginado. El monstruo incluso lo miraba con curiosidad
– ¿Por qué estás aquí, niño? – Preguntó el monstruo en una voz grave.
– Quería conocerte-ladnalalalba-puntualizó Tom.
El monstruo de la Colina Encantada no podía entender lo que esta criatura humana podría querer de él. Nunca nadie se había acercado a él, ni mucho menos le había hablado.
– ¿Por qué? – Repitió el monstruo.
– Quería verte de cerca, no eres tan aterrador como todos dicen. Eres tan imponente como un árbol gigante-mencionó Tom.
Los ojos del monstruo brillaron, algo había aprendido en su vida como habitante del bosque, nunca a juzgar a las personas o cosas de acuerdo a lo que decía alguien sin al menos conocerlas primero.
– No soy tan aterrador como me pintan en las historias -dijo el monstruo, sonriendo por primera vez.
Tom sujetó al monstruo de la mano y juntos regresaron al pueblo, siendo la primera persona que conoció al monstruo y quien desmitificó la historia del pueblo.
A partir de ese día, los niños de la aldea ya no temían ir al bosque y algunos incluso se aventuraron a hablar con el monstruo. A pesar de su apariencia, el monstruo de la Colina Encantada resultó ser una criatura amable e interesante.
La historia dice que Tom y el monstruo se convirtieron en amigos para siempre, y que los habitantes del pueblo aprendieron la lección de no juzgar a los demás por los rumores y los cuentos que habían escuchado.
La próxima vez que escuches una historia de terror, piensa en cómo Tom, un niño corajudo, cambió la historia del monstruo de la Colina Encantada y cómo nuestra imaganación puede utlizarse para mucho más que partir a alguien.