El Búho y el Arcoíris Nocturno. Érase una vez un búho muy sabio llamado Othelo, que vivía en un bosque frondoso. Durante noches enteras, Othelo se quedaba despierto, observando las estrellas y aprendiendo de todas las criaturas del bosque. Un día, mientras Othelo estaba posado sobre una rama de roble, notó algo extraño en el cielo nocturno: un arcoíris brillaba con colores intensos y vivos.
Othelo no podía creer lo que veía. Nunca antes había visto un arcoíris nocturno. Sin pensarlo dos veces, el búho emprendió vuelo y siguió el camino del arcoíris. Sin embargo, tras volar durante unas horas, Othelo se dio cuenta de que estaba perdido. Se había alejado tanto de su hogar que ya no podía encontrar su camino de regreso.
Mientras Othelo se sentía triste por su situación, escuchó un ruido extraño proveniente de un arbusto cercano. «¿Quién está ahí?» preguntó Othelo en tono amenazante. De repente, salió una pequeña criatura de entre las hojas y se mostró ante él. Era un ratón muy nervioso, cubierto de ramitas y hojas.
«Lo siento mucho si te asusté, señor búho» dijo el ratón con una voz temblorosa. «Soy Topito, y he estado observándote por un rato. He notado que estás perdido. ¿Puedo ayudarte en algo?»
Othelo se sintió más tranquilo al ver la sinceridad de Topito, y le explicó su situación. Topito, siendo muy astuto, sugirió que Othelo usara su plumaje para crear un farol y así poder encontrar su camino de regreso a casa. Othelo se sorprendió de lo inteligente que era Topito, y no dudó en seguir su consejo.
Siguiendo las instrucciones de Topito, Othelo tomó algunas de sus plumas y las ató a un palo con un pedazo de corteza de árbol. Luego, encendió una pequeña fogata para utilizarla como fuente de luz, prendiendo su farol. Con el farol en la mano, Othelo comenzó a caminar por el bosque, y pudo encontrar su camino de regreso a casa.
Después de que Othelo regresó a su hogar, se sintió agradecido hacia Topito y decidió visitarlo. Othelo voló hasta la cueva de Topito y lo encontró sentado frente a una pila de nueces, comiendo frenéticamente. «Topito, ¿estás bien?» preguntó Othelo preocupado.
«No, no estoy bien» dijo Topito con la boca llena de nueces. «¡Mira lo que ha pasado con mi hogar! ¡Se ha inundado y he perdido todo mi alimento!».
Othelo, recordando la astucia con la que Topito lo había ayudado, decidió encontrar una solución al problema de su amigo. Con un poco de persuasión, Othelo pudo obtener la ayuda de algunos de sus amigos animales en el bosque, como el zorro y la comadreja, y juntos construyeron una pequeña colina para que Topito pudiera construir su hogar en un lugar seguro.
Topito se sintió muy agradecido por la ayuda de Othelo y sus amigos animales. Con su nuevo hogar en la colina, Topito se sintió más seguro que nunca antes. Othelo visitó a Topito muy seguido después de eso, y juntos compartieron muchas historias y aventuras en el bosque.
Ya que Topito había perdido su alimento, Othelo decidió compartir sus conocimientos sobre las diferentes criaturas del bosque, ensenándole a su amigo cual era la mejor comida para recolectar en cada época del año. Topito, con ganas de aprender, recibió con gran interés las enseñanzas de Othelo.
Después de unas semanas, Topito decidió poner en práctica las enseñanzas de Othelo y hacer su propia búsqueda de alimentos. Con su nuevo conocimiento, Topito pudo recolectar muchos alimentos diferentes, y se sintió más seguro y capaz que nunca antes. Othelo se sintió muy orgulloso de su amigo y lo felicitó por su éxito.
Un día, mientras Othelo y Topito caminaban por el bosque, se encontraron con un ciervo viejo y enfermo. El ciervo parecía muy mal y estaba claramente necesitado de ayuda. Topito, recordando la ayuda que Othelo había brindado previamente, sugirió que juntos podrían ayudar al ciervo.
Con la ayuda de Othelo y Topito, el ciervo fue capaz de acudir a un lugar dónde pudieron ayudarlo a sanar. Pronto, el ciervo volvió a la vida y se sintió agradecido hacia Othelo y Topito.
De vuelta en su hogar, Othelo reflexionó sobre las aventuras que había compartido con su amigo Topito. Recordó cómo Topito lo había ayudado cuando estaba perdido, y cómo él había ayudado a Topito después de que su hogar se inundó. Othelo se dio cuenta de que la amistad y la ayuda mutua son la base para una vida exitosa y significativa.
Y así, no importa cuantas aventuras por las que atraviesen, Othelo y Topito siempre se quedaran en el recuerdo mutuo de la valentía y la amistad que los unió en aquella noche bajo el arcoíris nocturno.