Los Lobeznos y el Espíritu del Agua. Érase una vez un grupo de lobeznos que vivían en una pequeña aldea llamada Lupinia. Una de las cosas que más les gustaba hacer era bañarse en el río que bordeaba su aldea. Sin embargo, había algo extraño en el agua: a veces se volvía turbia y oscura, y en otras ocasiones parecía brillar con una luz extraña.
Un día, los lobeznos estaban jugando en la orilla del río cuando de repente, escucharon una voz suave y melodiosa. «Soy el Espíritu del Agua», dijo la voz. «¿Quiénes sois vosotros?»
Los lobeznos miraron a su alrededor, pero no veían a nadie. «¡Aquí, en el agua!», dijo la voz. De repente, una figura etérea emergió del agua. Era un hermoso espíritu con cabello y piel del color del agua cristalina.
Los lobeznos estaban asombrados. Nunca habían visto nada como aquello. El Espíritu del Agua les habló sobre la importancia de cuidar y proteger los ríos, los arroyos, los lagos y los océanos, y les mostró cómo, a través de pequeñas acciones, podían ayudar a mantenerlos limpios y saludables.
Los lobeznos se encontraron con el Espíritu del Agua muchas veces después de aquel día, y cada vez aprendían algo nuevo sobre el mundo acuático. Un día, el Espíritu del Agua les contó sobre un lago cercano que era particularmente hermoso y mágico.
«Este lago es un tesoro especial», les dijo el Espíritu del Agua. «Está lleno de criaturas maravillosas y hay una isla en el centro donde se dice que vive una hada poderosa. Pero el lago está en peligro. Hay algunas personas que no entienden lo importante que es proteger la naturaleza, y están contaminando las aguas del lago con basura y productos químicos».
Los lobeznos sabían que debían hacer algo para ayudar. «Pero… ¿cómo podemos proteger el lago, nosotras somos tan pequeñas?», preguntó la lobezna más joven.
«Pequeñas acciones pueden hacer una gran diferencia», respondió el Espíritu del Agua. «¿Por qué no intentan recoger la basura en las orillas del río para que no llegue al lago? O pueden pedir a sus amigos y familiares que no arrojen basura en los ríos y arroyos cercanos, y puedan ser parte de la causa”.
Los lobeznos asintieron, sabiendo que tenían que hacer algo. Se pusieron manos a la obra y comenzaron a recoger basura en las orillas del río. Trabajaron duro, y aunque se sentían un poco tristes por el estado del lago, también se sintieron felices de estar haciendo algo bueno por la naturaleza.
Después de su trabajo en la orilla del río, los lobeznos fueron al lago. Allí se encontraron con la hada del lago, que estaba llorando mientras miraba cómo la basura contaminaba las aguas.
«Lo siento mucho, hermosa hada», dijo la lobezna líder. «Estamos haciendo todo lo posible para limpiar el río y hacer que llegue menos basura a este maravilloso lago».
La hada del lago miró a los lobeznos con gratitud y se secó las lágrimas. «Gracias, pequeños lobeznos», dijo. «Vean, todos necesitamos ser parte del esfuerzo de cambio en este mundo y cada acción importa. Los seres del agua, los de la tierra, los del viento y una vez trabajo en equipo une para hacer un cambio. Juntos puede hacerlo”.
Los lobeznos asintieron y el Espíritu del Agua apareció en su forma etérea para elogiarlos. “Son un ejemplo para muchos, y como grupo de seres vivientes del mundo animal, es importante su integridad y trabajo por proteger y cuidar el ambiente que les rodea. Cada una de sus acciones cuenta para formar un mundo mejor para todos «, dijo el Espíritu del Agua.
Los lobeznos estaban contentos de haber sido útiles y el paisaje acrecentaba su calma y serenidad. Sabían ahora que con la ayuda del Espíritu del Agua y la hada, habían comenzado un largo camino hacia la protección del medio ambiente y que con pequeñas acciones se lograría el gran cambio.
Desde entonces, los lobeznos se convirtieron en grandes defensores del medio ambiente y siempre estuvieron dispuestos a ayudar en la protección de los ríos, arroyos y lagos. Y gracias al Espíritu del Agua y la hada del lago, se convirtieron en líderes en su comunidad y promovieron cambios importantes para proteger el entorno en el que todos vivían.