El Lobo y el Bosque de los Susurros. Érase una vez en el Bosque de los Susurros, un lobo solitario llamado Azul que vivía en una cueva al pie de la montaña más alta. Azul siempre habría querido tener amigos de entre los animales del bosque, pero nunca se atrevió a salir de su cueva por temor a ser rechazado. Un día, mientras paseaba cerca del río, oyó unos suaves cantos que parecían provenir de una colina cercana. Sin pensarlo dos veces, corrió en esa dirección para averiguar de qué se trataba.
Después de algunos minutos, llegó a la cima de la colina y vio a un grupo de pájaros que estaban formados en un círculo y cantando juntos. Azul se quedó sorprendido con el hermoso espectáculo que allí se presentaba, por lo que decidió acercarse para no perderse ningún detalle. Los pájaros, al principio, se asustaron al ver al lobo, pero luego se dieron cuenta de que Azul no tenía intenciones malas.
Los pájaros estaban felizmente sorprendidos al saber que el lobo no era malvado y lo invitaron a cantar con ellos en su círculo. Azul se emociono con tan generoso invitación y se escuchó cantando con ellos la misma melodía. El lobo solitario por fin había encontrado amigos en el Bosque de los Susurros.
Desde ese día, Azul y los pájaros se juntaron varias veces para cantar y charlar. Azul se había dado cuenta de que no tenía que tener miedo de acercarse a otros animales, ya que muchos de ellos, son simplemente diferentes partes de la gran familia del Bosque, así es como Azul descubrió su lugar en el bosque.
Después de un tiempo Azul encontró a otro lobo llamado Rojo, simplemente disfrutaban de su afición por cazar juntos y mantenían una buena relación. Pronto se dieron cuenta de que eran buenos en la caza juntos.
Una mañana, Rojo le contó a Azul acerca de un lugar secreto que sabía donde los ciervos venían a comer bayas. Azul saltó de emoción y lo siguieron hasta el lugar secreto. Fueron con sigilo hacia el lugar secreto, y estuvieron parados por un momento observando la escena. Había ciervos por todas partes, comiendo y disfrutando de su deliciosa comida de cuándo de repente Azul se puso en vista de los ciervos, haciendo que estos huyeran.
Rojo estaba enojado por la actitud impulsiva que tuvo Azul, y dijo que no lo entiendía, y que era mejor cazar solo. Azul se sintió triste y solo otra vez interrumpiendo su nuevo sentido de la amistad. Azul regresó a su cueva y pensó en lo que había sucedido. Se sintió mal por haber arruinado el momento, y se dió cuenta que su falta de paciencia le había costado caro.
Al día siguiente, Azul fue a buscar a Rojo para disculparse y decirle que tenía razón, que era impulsivo y necesitaba escuchar antes de actuar. Rojo sintió que Azul estaba arrepentido y dispuesto a cambiar sus formas, por lo que lo perdonó y los dos reanudaron su actividad de la caza juntos. Azul aprendió de su error, y se dio cuenta de que la paciencia y la escucha son las claves para mantener una amistad fuerte.
Cuando llegó la primavera, los pájaros y animales del bosque se reunieron para decirle a Azul que estaban felices por él por su nueva vida y amistades. Azul estaba sorprendido por el cariño que recibió de todos sus amigos. Se miró alrededor del círculo y vio a sus amigos abrazándose y riendo, sintiendo un profundo amor y gratitud que nunca imaginó experimentar.
Azul había aprendido que el Bosque de los Susurros era mucho más grande que su propia cueva y que la clave para ser feliz era compartir su vida con otros seres vivos. Desde ese día, siempre estaba agradecido por la amistad y amor que había recibido en el Bosque de los Susurros. Además, les enseñó honestidad y que la amistad verdadera es algo en lo que siempre puedes contar.
Finalmente Azul encontró lo que siempre había deseado: la verdadera felicidad.