El Gatito y el Gigante Amable. Érase una vez un gatito llamado Tito. Tito era un gato callejero que vivía en las calles de un pequeño pueblo. Era muy curioso y aventurero, siempre estaba buscando algo nuevo que hacer. Un día, mientras caminaba por las calles del pueblo, el gatito vio algo impresionante: un gigante amable. El gigante era enorme, tenía al menos tres metros de altura y llevaba una sonrisa en el rostro. Tito nunca había visto algo así antes y se acercó al gigante con curiosidad.
El gigante se inclinó para mirar al gatito. «¡Hola, amiguito!» dijo con una voz suave y amable. Tito se sorprendió de lo amable que era el gigante y comenzó a acariciarlo. A partir de ese momento Tito se convirtió en el mejor amigo del gigante.
Cada día, Tito visita al gigante en su jardín y pasan horas juntos. El gigante le enseñó todas las cosas maravillosas que podía hacer en su jardín, como plantar flores, cuidar a las mariposas y construir casas de pájaros. Tito aprendió mucho de su nuevo amigo y nunca se sintió más feliz en su vida.
Una noche, Tito tuvo un sueño en el que un malvado gato maltrataba a su amigo. Tito se despertó sobresaltado y sintió la necesidad de proteger a su amigo gigante. A la mañana siguiente, fue directamente al jardín del gigante y le preguntó si estaba bien.
El gigante le respondió: «Lo siento Tito, pero hoy es mi último día aquí. Tengo que irme a mi país de origen». Los ojos de Tito se llenaron de lágrimas cuando escuchó estas palabras. Después de pasar tanto tiempo juntos, ¿cómo podrían estar separados?
Inmediatamente, Tito le dijo al gigante que iría con él. El gigante lo abrazó cálidamente y le agradeció por su amistad y coraje de querer acompañarlo.
Finalmente, el gigante y Tito comenzaron su viaje hacia el país de origen del gigante. Durante el camino, Tito fue testigo de cosas maravillosas: paisajes hermosos, animales nunca antes vistos, e incluso ayudó al gigante a arreglar los camiones que encontraron en el camino. Tito estaba muy emocionado por todo lo que estaba experimentando.
Finalmente, después de varios meses de viaje, llegaron a su destino, un lugar lleno de gigantes similares al amigo de Tito. El gigante presentó a Tito a todos sus amigos gigantes, quienes eran igual de amables y gentiles que él. Tito se sintió en casa enseguida.
La nueva vida en el país de los gigantes comenzó para Tito. Aprendió rápidamente las costumbres y la forma de vida de los gigantes. Hizo nuevos amigos y se sintió agradecido por el amigo gigante que lo llevó allí.
A pesar de lo mucho que disfrutó su vida con los gigantes, Tito siempre recordaba su hogar. Recordaba las calles del pueblo y a sus amigos gatos. Le dio a su amigo gigante un cálido abrazo y le dijo que volvería pronto a visitarlo.
Tito comenzó el regreso a casa, pero esta vez no estaba solo: varias familias de gigantes lo acompañaban para asegurarse de que estuviera seguro en todo momento.
Finalmente, después de un largo viaje, Tito volvió a las calles del pequeño pueblo. Se acercó a su casa en un callejón y se encontró con sus amigos gatos esperándolo. Los gatos lo saludaron con entusiasmo y sorpresa. Nunca se habían visto un gato con un grupo de gigantes tan amables.
En los días que siguieron, los vecinos del pueblo no hablaban de otra cosa que del regreso de Tito y su gran aventura. El gato callejero había demostrado ser valiente y había llevado el espíritu aventurero al pueblo.
Desde entonces, Tito llevó una vida tranquila en el pueblo con sus amigos gatos. Siempre recordaba las aventuras que tuvo con su gigante amigo y las muchas cosas nuevas que aprendió en su viaje, pero no podía dejar de recordar que ningún lugar se compara al lugar al que uno pertenece.


