Érase una vez en un reino lejano, había un tallo de frijol mágico que crecía en lo alto del cielo. En la parte superior del tallo de frijoles, había un hermoso castillo lleno de tesoros y riquezas.
Un día, un niño llamado Jack descubrió el tallo de frijoles en un bosque cerca de su casa. Era curioso y valiente, así que subió al tallo de frijoles para ver qué había en la parte superior. Cuando llegó a la cima, quedó asombrado por el castillo y el tesoro en su interior.
Jack decidió llevarse parte del tesoro, pero cuando salía del castillo, fue atrapado por un gigante que vivía allí. El gigante estaba enojado porque Jack se había llevado su tesoro, pero Jack pensó rápido e hizo un trato con el gigante.
Prometió traer al gigante más tesoros a cambio de su libertad. Entonces, todos los días, Jack trepaba por el tallo de las habichuelas y traía un tesoro para el gigante.
Pero el gigante se volvió codicioso y quería más y más tesoros. Un día, el gigante exigió que Jack le trajera la gallina de los huevos de oro del castillo.
Jack sabía que la gallina de los huevos de oro era muy valiosa y no quería dársela al gigante. Entonces, se le ocurrió un plan para engañar al gigante. Trepó al tallo de frijoles con una bolsa de piedras y fingió que eran la gallina de los huevos de oro.
El gigante se dejó engañar y tomó la bolsa de rocas, pero luego se dio cuenta de que había sido engañado. Estaba tan enojado que sacudió el tallo de frijoles, lo que provocó que Jack cayera al suelo.
Pero Jack fue inteligente y logró agarrarse a una rama en su camino hacia abajo, salvándose de una perdición segura. Luego corrió de regreso a su casa, donde fue recibido por su aliviada madre.
A partir de ese día, Jack se comprometió a no volver a escalar el tallo de las habichuelas y vivir una vida feliz y honesta. Y vivió feliz para siempre.