El reino de los caballos de luz. En el reino de los caballos de luz vivía un hermoso caballo blanco llamado Stardust. Él era muy especial, pues poseía el don de crear estrellas con su aliento. A pesar de que todos en el reino de los caballos de luz adoraban su regalo, Stardust se sentía solo, pues no encontraba a alguien con quien compartirlo.
Un día, mientras galopaba por los prados del reino, escuchó un suave susurro que venía del bosque. Intrigado, se adentró entre los árboles y encontró a un pequeño caballo marrón. Este era tan pequeño que Stardust no podía creer que fuera otro caballo de luz. Sin embargo, su aura brillaba con la misma intensidad que todas las otras criaturas del reino.
El pequeño caballo, llamado Chestnut, estaba llorando. Stardust se acercó y le preguntó por qué estaba triste. Chestnut respondió que, aunque quería ser un caballo de luz, no había encontrado su don aún. Stardust sonrió y le dijo que él también se había sentido así una vez.
Entonces, le explicó su don de crear estrellas y le invito a compartirlo con él. Así fue como, de repente, el pequeño Chestnut comenzó a crear centellas saliendo de su nariz. Stardust estaba asombrado. Había encontrado a alguien con quien compartir su regalo de crear luz, y además descubrió que juntos podían hacer algo aún más sorprendente.
Poco a poco, Chestnut comenzó a controlar su habilidad para crear centellas y juntos, Stardust y Chestnut, crearon una constelación en el cielo nocturno del reino. Desde entonces, se convirtieron en los mejores amigos, contando historias bajo las estrellas y creando nuevas constelaciones.
Pero su amistad no estuvo libre de problemas. Un día, un grupo de lobos del bosque atacó el reino de los caballos de luz, buscando comida. Los lobos rompieron la paz en el reino, hiriendo a muchos caballos. Stardust y Chestnut estaban determinados a hacer algo para proteger a los suyos. Juntos, decidieron crear un escudo de luz que protegiera todo el reino.
Stardust empezó a soplar estrellas, mientras que Chestnut generó lo que parecían relámpagos azules de su nariz. El resultado fue una barrera tan fuerte y brillante que los lobos no pudieron cruzarla. Los caballos de luz vieron lo que Stardust y Chestnut habían hecho y se unieron a ellos para reforzar el escudo.
Finalmente, los lobos se dieron por vencidos y huyeron del reino. Todos los caballos de luz celebraron el éxito de su escudo y agradecieron a Stardust y Chestnut por haberlo hecho posible. Desde ese día, los dos caballos se convirtieron en los guardias de la protección del reino.
Stardust y Chestnut se convirtieron en una verdadera inspiración para todos los demás caballos de luz. A partir de ese día, Chestnut comenzó a crear formas de vida en las estrellas, y Stardust descubrió que trabajando juntos, podían crear todo tipo de maravillas.
Pero lo más importante fue la amistad que crecía entre ellos y su compromiso por fortalecer el lazo entre el reino de los caballos de luz. Con su amor por la luz y su amistad, demostraron que juntos, incluso los más pequeños y en busca de su propia luz, pueden ser poderosos protectores.
Desde ese día, cada nuevo caballo que llegaba al reino era recibido con amor y se le permitía descubrir lo que podía ofrecer. Y Stardust y Chestnut seguían aconsejándolos de la misma forma en que se ayudaron mutuamente en sus primeros días juntos.
Así, el reino de los caballos de luz se convirtió en un lugar donde la amistad y la armonía reinaban, y la luz era la más fuerte entre tod@s.